Aceptación vs control

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La manta sobre la hierba

En ocasiones, la aceptación es comparable a la experiencia de ser una manta tendida sobre la hierba, la cual acepta, recibe, las hojas y las gotas de lluvia que, inevitablemente, caen sobre ella. La manta no desea las hojas, ni las tolera. La manta no se resiste, ni intenta atraer, ni tan siquiera trata de controlar las hojas. La aceptación podría entenderse como el deseo de un contenedor de pensamientos, emociones, recuerdos y otras experiencias sin intentar controlarlos, darles nombres o cambiarlos en modo alguno. Estar abierto a los eventos privados con los que se ha estado luchando para quitárselos de encima es una lucha infructuosa que ha resultado ser inútil, estar abierto es como ver las cosas que están contenidas en una caja. La caja no hace presión para contener o no contener las cosas, simplemente las contiene.

Las olas en la playa

Disponemos de una gran playa de arena en la que las olas del mar acaban rompiendo paulatinamente y mesuradamente unas tras otras. Tengan la altura o fuerza que tengan, siempre acaban deshaciéndose como si nunca hubieran sido enormes. Para ello solo hay que estar dispuesto a tener una gran playa que acoja todas las olas mientras uno no trata de controlarlas, sino que “ve las olas como si estuviera en el paseo marítimo” y se implica en lo que le importa en su vida. Hacer espacio para ver las olas desde el paseo, tanto las más pequeñas como las que se ven amenazantes, es justo lo contrario a luchar o soportar los pensamientos, las sensaciones y otros eventos privados. Esto último seria como bajar a la playa a tratar de controlar el curso de las olas, sería hacer algo para interrumpir el proceso de disolución natural, intentando eliminarlas, sujetándolas o rompiéndolas. Implicarse en tales acciones es como estar en el corazón de la ola, es peligroso, la ola envuelve, y desde ahí no podemos ver nada, solo quedar a sus expensas. Sin embrago, haciendo el hueco precios, o sea, sin intentar nada para controlarlas, todas las olas entran en la playa y terminan por deshacerse con mas o menos dulzura mientras uno se ocupa, por ejemplo, del cuidado de las plantas de su jardín, es decir, de construir las cosas que son importantes para uno en su vida.

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