Aprendiendo a ser proactivo

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La proactividad o el comportamiento proactivo de las personas se refiere al comportamiento anticipatorio, orientado al cambio ante situaciones. El comportamiento proactivo implica actuar antes de una situación futura, en lugar de sólo reaccionar. Significa tomar el control y hacer que las cosas sucedan en lugar de simplemente ajustarse a una situación o esperar a que suceda algo.

La proactividad no significa sólo tomar la iniciativa, sino asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan; decidir en cada momento lo que queremos hacer y cómo lo vamos a hacer.

Una persona proactiva es aquella que asume sus propias responsabilidades y no se rinde ante las circunstancias. Según Víktor Frankl es también aquella persona que tiene iniciativa y persigue metas, en bien de sí mismo y de los demás.

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La proactividad se opone a la idea de reactividad

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Cuando las personas se comportan de forma proactiva, a la vez están rehusando a las actitudes reactivas, que son las que implican verse afectadas o incluso sobrepasadas por las circunstancias, lo que haría que cualquier cambio se transformara en una traba para el esfuerzo. Además, una persona reactiva centra su esfuerzo en la preocupación, en pensar en la gran cantidad de cosas sobre las que no tiene control y se volverán por ello en su contra. La proactividad surge en oposición a esta idea, destacando la importancia de actuar teniendo en cuenta valores cuidadosamente meditados, donde el esfuerzo es positivo en sí mismo.

  • Ser Proactivo significa tomar control consciente sobre tu vida, fijarte objetivos y trabajar duro para lograrlos. En vez de reaccionar ante eventos y esperar a que lleguen las oportunidades, sales y creas tus propios eventos y oportunidades.
  • Ser Proactivo significa que en vez de ir actuando con base en las situaciones que van llegando a tu vida, creas las situaciones con un proceso casi de ingeniería.

Muchas personas piensan reactivamente. Es decir, piensan en el momento en que las cosas ocurren, reaccionan al percibir determinadas situaciones o eventualidades.

Y pensar de manera reactiva es hasta cierto punto bueno, sin embargo, se convierte en un problema cuando se hace todo el tiempo.

Existe un espacio importante entre Estímulos y Respuestas, y dentro de ese espacio, yace el potencial que llevamos dentro para responder o reaccionar.

Cómo saber si soy proactivo o reactivo

Un modo excelente de tomar más conciencia de nuestro propio grado de proactividad consiste en examinar en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Cada uno de nosotros tiene una amplia gama de preocupaciones: la salud, los hijos, los problemas del trabajo, la deuda pública, las guerras… Podemos separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional, creando un “círculo de preocupación”.

Cuando revisamos las cosas que están dentro de nuestro círculo de preocupación resulta evidente que sobre algunas de ellas no tenemos ningún control real y, con respecto a otras, podemos hacer algo. Podemos identificar las preocupaciones de este último grupo circunscribiéndolas dentro de un “círculo de influencia” más pequeño. Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.

Un modo de determinar cuál es nuestro círculo de preocupación consiste en distinguir los “tener” y los “ser”. El círculo de preocupación está lleno de “tener”: “Estaré contento cuando tenga casa propia”; “Si tuviera un jefe que no fuera tan dictador…”; “Si tuviera una esposa más paciente…”; “Si tuviera un hijo más obediente…”. El círculo de influencia está lleno de “ser”: puedo ser más paciente, puedo ser sensato, puedo ser cariñoso. El foco está en el carácter.

Siempre que pensemos que el problema está “ahí fuera”, este pensamiento es el problema, porque otorgamos a algo que está fuera el poder de controlarnos. El paradigma del cambio es entonces de fuera hacia dentro: lo que está fuera tiene que cambiar antes de que cambiemos nosotros.

El enfoque proactivo consiste en cambiar de dentro hacia fuera.

El enfoque proactivo propone ser distinto, y de esta manera provocar un cambio positivo en lo que está fuera: puedo ser más ingenioso, más diligente, más creativo, más cooperativo.

Uno mismo tiene la responsabilidad de actuar. Si espera que los demás actúen sobre usted, actuarán sobre usted. Y las consecuencias en cuanto al desarrollo y las oportunidades dependen de que se siga una u otra ruta.

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