Cometer y aceptar errores: Necesario para avanzar

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En nuestro día a día, todos cometemos errores, pero es la forma en la que nos enfrentamos a ellos la que hace que aprendamos o que nos quedemos estancados en esos fallos sin posibilidad de seguir avanzando.

Nadie está libre del error

Como hemos dicho, los errores forman parte de nuestra vida diaria, ya sea por la toma de decisiones equivocadas, por una mala actuación ante una determinada situación o por un daño causado involuntariamente a otra persona.

Para remediar una situación de tensión con otra persona, lo mejor es pedir perdón, ya que así se aclaran posibles malentendidos y se alivian tensiones. No obstante, hay personas a las que pedir perdón les resulta muy difícil.

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Cuando nos vemos envueltos en un conflicto por un error que hemos cometido, es importante que sepamos disculparnos con la persona a la que haya afectado ya que, de otra manera, el problema no se resolverá, sino que tenderá a volverse más complicado.

Saber pedir perdón

Sin embargo, como ya hemos dicho, hay personas que no son capaces de pedir perdón, sino que más bien tienden a esconder el error o a obviar su existencia, y esto se puede deber a distintas causas que te explicamos a continuación.

Por un lado, el rechazo a pedir perdón se puede deber a una baja autoestima por parte de la persona que lo ha cometido. El hecho de decir “lo siento” hace que reconozcamos que hemos cometido un fallo y que, por tanto, no somos perfectos.

Todo el mundo forma una imagen sobre sí mismo (lo que llamamos autoimagen) basada en creencias subjetivas sobre nuestra personalidad, y la preservación de esta autoimagen conlleva a veces que las personas eviten mostrarse vulnerables.

Por eso, las personas con una baja autoimagen evitan pedir perdón, para así asegurarse de que su personalidad no denota debilidad o incapacidad para hacer frente a ciertas situaciones, ya que esto contribuye a empeorar aún más la imagen que tienen de sí mismos.

Asimismo, hay personas que asocian el acto de pedir perdón con un sentimiento de humillación, lo que les hace eludirlo para así no dañar más su autoestima, a pesar de sentirse mal por ser los causantes del problema.

No obstante, si en vez de tergiversar la situación lo que hacemos es reconocer nuestro error y pedir perdón, los sentimientos de malestar originados por este fallo desaparecerán para dar lugar a una sensación de responsabilidad y de control de la situación.

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Por otro lado, otra de las causas de que el acto de pedir perdón nos resulte a veces tan difícil puede ser el narcisismo: hay personas con un concepto demasiado elevado de ellas mismas, lo que hace que no perciban sus propios fallos y, por tanto, la necesidad de pedir disculpas.

En esta línea también encontramos personas con falta de empatía, que simplemente no se identifican con el daño o problemas que pueden estar causando a la otra persona y, por ello, no les preocupa la resolución del conflicto que ellos mismos pueden haber causado.

Saber pedir perdón es importante para así no dejarnos dominar por miedos e inseguridades. Además, el hecho de pedir disculpas tiene efectos positivos para nuestra salud emocional, tales como:

Aprender a pedir perdón hará que los demás nos vean como personas más empáticas y responsables, ya que de esta forma mostramos nuestro lado más humano, lo que también ayudará a que los demás nos traten de la misma forma.

Por tanto, pedir disculpas ayuda a que mejoremos nuestras relaciones con los que nos rodean, ya que la confianza es la base de cualquier relación de amistad o pareja, así como la comunicación y la capacidad de expresar con claridad lo que nos preocupa.

Haciendo frente a este tipo de situaciones llegaremos a conocernos mejor a nosotros mismos, además de mejorar nuestra autoimagen, ya que seremos conscientes tanto de nuestras virtudes como de nuestros defectos, y aprenderemos a aceptar estos últimos.

A la vez, seremos más sinceros con nosotros mismos al juzgar situaciones en las que nos veamos envueltos, aprendiendo también cuál es la mejor forma de reaccionar y cómo sentirnos más cómodos con nuestra forma de afrontar los problemas.

Olvidar ser perfectos

Igualmente, aceptando nuestros errores y siendo conscientes de estos, abandonaremos un estilo de vida perfeccionista que a menudo provoca sentimientos de frustración y estrés innecesarios. Por tanto, nos será más fácil ser felices.

Por último, pedir disculpas nos hace aprender de nuestros errores y mejorar como personas,  con lo que en el futuro nos será más fácil superar adversidades así como tolerar las frustraciones.

Cuando nos permitimos cometer errores y equivocarnos aprendemos a ser tolerantes tanto con los demás como con nosotros mismos, con lo que contamos con nuevas herramientas para enfrentarnos a distintas situaciones.

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