Cómo saber poner límites saludables

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Probando límites propios y ajenos

Es normal probar los límites de los demás, como por ejemplo en una relación entre un padre o madre y sus hijos, una pareja con su compañero o compañera… Pero desgraciadamente algunas personas sienten que la falta de respeto hacia las necesidades y decisiones de los demás son tan normales que ni siquiera se dan cuenta de cuándo lo hacen. Por otro lado, existen otras que, curiosamente, no notan cuando se les está perdiendo el respeto de forma encubierta.

Hay muchas personas que aprenden a no respetar sus propias necesidades o las de otras desde una edad muy temprana, dependiendo de cómo sus padres establecieron sus propios límites, cómo reaccionaron ante su hijo expresando su voluntad, o como se trataron entre sí.

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En la edad adulta, los límites más importantes son aquellos que se establecen con la pareja y los hijos. Como la pareja generalmente se forma antes de que lleguen los hijos, si se establecen límites saludables con ella primero, luego será más fácil hacerlo con los niños. Sin embargo, los problemas con los límites en la edad adulta pueden aparecer cuando una parte tiene ideas mucho más sólidas y mejor consolidadas acerca de lo que es normal y aceptable, ideas que no tienen por qué ser necesariamente demasiado saludables.

Problemas con los límites en la pareja

El problema surge cuando algunas personas, especialmente aquellas que son más inseguras o incluso responsables, sienten la necesidad de complacer a sus parejas, lo que a menudo se traduce en ignorar los propios límites para satisfacer a la otra persona. Con el tiempo, estas personas se acostumbran a negar cada vez más sus propios deseos, necesidades y valores, pudiendo terminar en una relación abusiva, o al menos en una relación llena de frustración y decepción.

Los seres humanos somos criaturas adaptables, por lo que podemos inconscientemente, incluso contra nuestra propia voluntad, acostumbrarnos a tolerar circunstancias desagradables si las aceptamos el tiempo suficiente. Más adelante nos sorprenderíamos mucho al mirar hacia atrás y darnos cuenta de cuántas cosas hemos aprendido a aceptar, aunque pensábamos que «nunca lo haríamos».

Si piensas en toda la variedad de conductas desconsideradas e irresponsables que se han llevado a cabo en tu propio entorno, tal vez te sorprendas al darte cuenta de cuantas cosas se consideran «normales», no solo en las relaciones personales sino también en las relaciones comerciales: manipulación, deshonestidad, diversas luchas de poder, explotación… Las personas que hacen estas cosas generalmente encuentran justificaciones mentales y excusas, porque lo han visto justificado o al menos tolerado dentro de sus familias y culturas.

Encontrar el equilibrio

Para establecer límites no necesitamos una pauta externa medible sobre lo que es o no es correcto. No es tan importante, ni a veces incluso posible, saber quién está equivocado y quién está en lo cierto. Lo importante es la compatibilidad y la consideración mutua. Para poder establecer buenos límites. Para ello necesitas:

  • No tener miedo de arriesgar una relación / trabajo / cualquier otra cosa
  • Desarrollar un sentido de equilibrio.

Buscando el equilibrio

Desarrollar un sentido del equilibrio no es tan difícil, en teoría, especialmente porque se trata en parte de un instinto humano innato. Aunque podría ser más complicado si tu familia te ha enseñado a creer que no tienes derecho a expresar tus necesidades, o por el contrario, si te enseñó a creer que eres alguien «especial» y que tus necesidades son más importantes que las de los demás. Aun así, incluso la mayoría de las personas conserva el instinto para equilibrar sus propias necesidades con las de otras personas.

Tómate un tiempo para considerar una situación desde más de una perspectiva y decide qué puede tener más sentido.

Si en general eres responsable y te inclinas a cuestionarte a ti mismo, es más probable que cambies algún comportamiento por tu cuenta para lograr establecer relaciones personales más equilibradas y saludables.

Es importante prestar atención y dar el valor que se merecen a tus propias necesidades, así como a las de los demás. Esto podría requerir enfrentar y resolver la culpa, o el miedo al castigo o al abandono.

Si estás acostumbrado a enfatizar tus propias necesidades y rechazar las de los demás, y deseas cambiar esto (¡felicidades, eres un caso raro!). Es posible que debas enfrentar el temor de perder poder, perder el control y tal vez perder el sentido que para ti tienen ahora las cosas. Especialmente en comparación con otras personas. Pero no te rindas, el poder, la sensación de control e importancia son solo una ilusión, o al menos son muy frágiles. La autoestima, la felicidad y la relajación que puede lograr en relaciones sanas y equilibradas son mucho más reales y duraderas. También deberás ejercitarte valorando las perspectivas de otras personas y mostrando una actitud consciente de apreciación de las necesidades de los demás. Así que adelante, pues todo esto será para mejor, seguro.

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