Cuando perdemos la esperanza y nada nos importa

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Una de las sensaciones más angustiosas por las que alguien puede pasar es aquella en la que todo deja de importarnos. Cuando perdemos la esperanza y nada nos importa se crea un vacío en nuestro interior que parece absorber cada gramo de felicidad. Pero, ¿qué es perder la esperanza? ¿Qué significa que nada nos importa? ¿Realmente estamos tan hundidos que ya no podemos hacer nada para cambiar la situación?

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Cuando perdemos la esperanza

La R.A.E define esperanza como «estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos». Es decir, se trata de la confianza que depositamos en que ocurra aquello que queremos. De esta forma, cuando perdemos la esperanza, de algún modo, comenzamos a creer que nada de lo que deseábamos va a ocurrir. O mejor dicho, abandonamos toda certeza de que aquello que podía hacernos felices tendrá lugar.

Pero, ¿qué esperamos? ¿Más dinero? ¿Una relación amorosa? ¿Que nuestra pareja nos trate mejor? ¿Reconocimiento social? ¿Ser felices de la noche a la mañana? Nos pasamos la vida esperando algo que no llega, pero si nos preguntasen de qué se trata, ¿qué responderíamos? «Algo falla, pero no sé qué es, no soy feliz…». Cuando perdemos la esperanza, podemos traducirlo en una pérdida de felicidad y de credibilidad en la vida. Sin embargo, ¿esto es así? ¿Hemos dejado de creer en la vida o en nosotros mismos?

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«Incluso la noche más oscura terminará y el sol saldrá». Victor Hugo

A pesar de esto, dicen que la esperanza es lo último que se pierde, ¿verdad? Sin embargo, desde la psicología budista, y aunque parezca contradictorio, afirman que la esperanza no es tan positiva como parece. Su planteamiento es más que interesante y merece la pena tenerlo en cuenta. ¿Qué os parece si le echamos un ojo?

La esperanza desde la psicología budista

Cuando entra en juego el nombre «budismo», mucha gente piensa que sólo se trata de una religión. Por ello, rechazan de antemano cualquier mensaje que pueda transmitir. Sin embargo, el budismo es más que una religión, se trata también de una filosofía y de psicología. Exacto, psicología. Muchas corrientes psicológicas actuales beben de la psicología budista. Es más, diversos estudios científicos, afirman, por ejemplo, los beneficios de la meditación.

¿Qué representa la esperanza en el budismo? Como afirma Lama Rinchen, maestro budista, «lo malo no es la esperanza, sino el aferramiento a ella. Cuando nos agarramos a un solo resultado, tenemos muchas probabilidades de sufrir, porque es más probable que ocurra lo que no queremos, que lo que deseamos». Con estas palabras, se refleja que el aferrarse a que suceda un único acontecimiento – el que queremos – nos lleva a sufrir si este no ocurre. Entonces, ¿qué puedo hacer?

La respuesta es fácil, pero la práctica se vuelve un poco más complicada. La psicología budista no nos invita a dejar de lado nuestras metas ni nuestros sueños, simplemente nos dice que no dependemos de ellos para ser felices. La felicidad radica dentro de cada uno de nosotros, se trata de un estado interior de paz, calma y serenidad, independiente de lo que ocurra fuera. Por ello, dejar nuestra felicidad en manos de lo que pueda ocurrir, es una forma de dejarla en manos del azar y con ello perdemos todo control sobre ella.

mujer sombra

Re-conectando…

Como afirma Su Santidad el Dalai Lama: «somos víctimas de nuestras propias aflicciones mentales, los enemigos de la paz y la serenidad. Estas aflicciones – el apego, el odio, el orgullo, la avaricia, etc. – son estados mentales que provocan en nosotros conductas que causan toda nuestra infelicidad y sufrimiento». ¿Qué os hacen pensar estas palabras? Exacto, somos nosotros quienes perdemos la esperanza y hacemos que nada nos importe.

«Elija ser optimista, se sentirá mejor». -Dalai Lama-

Como asegura el Dalai Lama,«la mayor parte de los problemas que padecemos, que en definitiva creamos nosotros, proceden en última instancia de esas emociones negativas». En una sociedad donde se nos han inculcado a fuego que lo externo es lo que nos debe proporcionar felicidad, estas palabras suenan a locura. Sin embargo, no podrían ser más certeras. Lo que el Dalia Lama está queriendo decir, es que nuestra mente es la que interpreta todo lo que ocurre ahí fuera.

La tradición y la ciencia moderna

¿Y qué conlleva? Ni más ni menos que se trata de que nuestra mente es la que pierde la esperanza y hace que nada nos importe. La vida sigue, sin embargo, son nuestras emociones negativas las que nos hacer ver nuestro entorno en tonos demasiado oscuros. Así pues, ha llegado el momento de reconectar con nosotros mismos. Como afirma la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, es hora de desarrollar nuestra Inteligencia Intrapersonal, aquella que nos sirve para conocernos a nosotros mismos y saber gestionar nuestras emociones.

También entra en juego la Inteligencia Emocional, la cual se podría comparar con la Inteligencia Intrapersonal y la Interpersonal de Gardner. Como podemos ver, la psicología budista y la teorías modernas sobre la felicidad y el conocimiento interior están más cerca de lo que parece. Gardner habla de la Inteligencia Intrapersonal como «la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta».

¿Qué podemos hacer cuando perdemos la esperanza?

En primer lugar, cuando entramos en un estado de desesperanza que nos impide afrontar nuestro día a día con normalidad, lo primero que debemos hacer es acudir a un profesional de la psicología. A pesar de que la felicidad radique en nuestro interior, no siempre sabemos cómo extraerla ni tenemos las herramientas para afrontar los contratiempos. El hecho de que la felicidad genuina se ubique en cada uno de nosotros, no es sinónimo de que, por arte de magia, podamos ser felices.

La felicidad requiere entrenamiento, mimo, cariño, paciencia, motivación, perseverancia. Pero, si está dentro de cada uno de nosotros, ¿por qué requiere tanto esfuerzo? La respuesta es fácil: porque desde pequeños nos han enseñado a buscarla fuera. Nos han condicionado a que depende de tener un gran sueldo, un buen trabajo, a ser famoso, a tener un coche caro, etc. Crecemos con miedo a ser «insignificantes«. De alguna forma, nos han condicionado a que tener un pequeño piso, un coche de precio medio y un trabajo con un sueldo que nos permita vivir, es conformarse con poco… Por ello, siempre aspiramos a más, y más, y más y por eso nada nos llena.

Vuelta de 180 grados

¿Quién nos enseña a mirar hacia adentro? Nadie. Es por ello, que cambiar el foco de atención hacia nosotros es tan complicado. Diversos estudios afirman que adquirir un nuevo teléfono móvil o coche nos produce un pico de felicidad que con el paso del tiempo desciende. ¿Qué indica esto? Que la famosa frase de «cuando tenga ese cochazo seré feliz» es falsa. ¡Error! Tendrás un «subidón» de alegría unas semanas, después volverás a tu estado normal.

«Nunca encontrarás el arco iris si estás mirando hacia abajo». Chalie Chaplin

Es por ello, que desde la psicología budista se define la felicidad como un estado de paz, tranquilidad y serenidad que no depende de lo que ocurra fuera. Para ellos, estos extras materiales son puntos de alegría, y cuando se agota ese estado transitorio de felicidad, vamos a por el siguiente. Por esta razón, no acabamos de ser felices. Porque regalamos la felicidad a objetos y situaciones externas.

Así pues, cuando llegamos a un estado de desesperanza tal que no nos permita desenvolvernos de forma adecuada, lo primero será acudir a un profesional de la psicología. Por otro lado, la práctica de la meditación también nos ayudará a calmar la mente y a conectar con nosotros mismos. Sin embargo, requiere de constancia y paciencia.

Sin duda, cuando perdemos la esperanza no deberíamos quedarnos en casa fustigándonos por nuestra mala suerte. Sino todo lo contrario, salir, pedir ayuda, meditar… Porque cuando perdemos la esperanza, es señal de que nuestra vida requiere un cambio. ¡Permítete aprender, cambiar y crecer! Quizá te esté esperando una nueva vida…

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