Descubren una nueva habilidad de las esponjas marinas que deja atónitos a los científicos
A primera vista, las esponjas marinas no parecen animales muy interesantes. De hecho, muchos se sorprenden cuando descubren que se trata de animales y no de algún tipo de planta oceánica. A pesar de su peculiar aspecto y aparente falta de movimiento, las esponjas son una especie sorprendente. Hace poco, salió a relucir una peculiar habilidad de las esponjas marinas que ha sorprendido a filósofos y científicos por igual.
Estos animales que parecen aburridos han hecho que los teóricos se cuestionen el significado de la conciencia y la identidad. Las capacidades de las esponjas marinas han generado toda una serie de preguntas como: ¿De verdad existe un “yo”? ¿Hoy somos la misma persona que ayer? ¿Seguiremos siendo así el día de mañana?
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Las esponjas marinas
Las esponjas marinas son un filo de animales que se encuentra en el subreino Parazoa, donde hallamos especies animales muy primitivas. También se les conoce con el nombre de poríferos o simplemente como esponjas. Se calcula que hay unas nueve mil especies de esponjas alrededor del mundo. También se dice que fueron la primera forma animal en desarrollarse a partir del ancestro común de todos los animales. Por eso, el estudio de las esponjas es muy interesante para los científicos.
Antes, se creía que las esponjas marinas eran plantas hasta 1765 cuando se comprobaron corrientes de agua en su interior. Si tuviéramos que definir a las esponjas en pocas palabras, podríamos decir que son animales con forma de tubo que filtran agua. Aunque, es importante aclarar que las esponjas pueden tener cuerpos muy variados. De hecho, hay especies que cambian su estructura por completo según el terreno donde se encuentren o el alimento disponible.
Siguiendo esta línea, las esponjas no poseen sistema nervioso, ni tampoco órganos ni tejidos. Por esa razón, la peculiar habilidad de las esponjas marinas es todavía más sorprendente para los estudiosos. Parece ser que estos animales, a pesar de carecer de esas cosas, conservan un cierto sentido de su propia identidad. Incluso, da la impresión de que pueden aprender y recordar eventos como lo hacen otros animales.
La peculiar habilidad de las esponjas marinas y sus implicaciones científicas
La bióloga marina Sally Leys, explica un curioso experimento que nos muestra la impresionante capacidad de las esponjas. Lo que se hace es tomar una esponja azul y una esponja roja, y se les pasa por una malla muy pequeña. En consecuencia, ambos animales se desintegran en una masa de células color violeta que queda suspendida en el agua. Cualquiera pensaría que los animales murieron tras ser sometidos a dicha presión, pero ocurre algo sorprendente.
En condiciones idóneas, y al cabo de unos 10 días, la masa de células comienza a conectarse y clasificase entre sí. Una vez que transcurre este tiempo, el resultado es una esponja de color rojo y otra de color azul. Según la experta, gracias a la peculiar habilidad de las esponjas marinas, estas pueden distinguirse unas de otras y reconfigurarse en su forma original. Esto nos da la impresión de que dichos animales pueden diferenciar su “yo” del de otros seres vivientes.
De hecho, lo más impresionante de este experimento se revela cuando analizamos el material genético de la esponja. Al hacerlo, nos damos cuenta de que tiene el mismo código genético de la esponja que se desintegró. Entonces, podríamos decir que se trata del mismo ser vivo, ¿cierto? Pues, para los filósofos, es aquí cuando entramos en un terreno incierto.
La paradoja de la conciencia
Una pregunta frecuente sobre este experimento es la siguiente: ¿la esponja que se regeneró es la misma que la original o es un clon? Hay quienes consideran que todo depende de si conservan la personalidad y recuerdos que tenían antes. Si bien las esponjas no tienen cerebro ni sistema nervioso, parece que sí guardan memorias según algunos experimentos. Incluso, parece que cada una tiene un temperamento propio.
Ahora bien, ¿conservan estos atributos luego de desintegrarse y regenerarse? De acuerdo con Leys, las especies con las que han trabajo presentan características aprendidas. Pero, ¿cuántas veces es posible desintegrar y regenerar a un ser viviente sin que pierda su “esencia”? Es allí donde comienzan a plantearse cuestiones problemáticas respecto a la conciencia y el “yo”.
La ilusión del “yo”
Desde hace años, los pensadores se preguntan acerca de la conciencia y la propia identidad. En este sentido, algunos llegaron a considerar que el “yo” no es más que una simple ilusión. Por ejemplo, el psicoanalista Jacques Lacan definía un “yo imaginario” que le daba al individuo un sentido de su propia imagen corporal.
Una paradoja muy frecuente para abordar esta cuestión es la paradoja de la teletransportación. Cuando pensamos en la teletransportación, imaginamos una máquina que crea un mapa perfecto de todas nuestras células y átomos. Luego, el mismo aparato nos desintegra y envía todas las partículas que nos componen a otro lugar, donde nos reorganizaría justo como antes. Si eso ocurriese, ¿seguirías siendo tú mismo? ¿O ese tú que llega sería solo alguien muy parecido a ti?
¿En realidad te moviste de un lugar a otro o la máquina te mata y crea un clon de ti? Después de todo, conservaría tus recuerdos y todas las cosas que forman parte de tu identidad estarían allí. Sin embargo, parece ser que, en realidad, el “yo” no es más que una ilusión y esto podemos analizarlo con el sueño.
Cuando dormimos, caemos en un estado de inconsciencia y nuestro organismo activa una serie de mecanismos para repararse. Por ejemplo, en el cerebro ocurre la poda sináptica que elimina ciertas conexiones neuronales.
De esta manera, al despertar, tu cerebro no tiene la misma configuración que antes de dormir. Si es así, ¿se podría decir que eres la misma persona? La verdad es que no hay forma de saberlo. La peculiar habilidad de las esponjas nos lleva a hacernos preguntas sobre cosas que damos por sentado. Pero, a la vez, no parece que podamos responderlas pronto.