El autocontrol en psicología y el modelo de auto-regulación de Kanfer

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Desde un punto de vista clínico, el que la persona regule y controle sus comportamientos es necesario, al menos, por las siguientes razones:

    • Cuando el medio entorno no puede poner en marcha controles debido a que el comportamiento a controlar es interno (pensamientos, imágenes, procesos emocionales, etc.), o muy privado (por ejemplo, respuesta sexual).
    • Cuando ese medio entorno promueve respuestas contrarias a las deseables (por ejemplo, cuando fumadores, o personas con adicciones en general, están inmersos en ambientes sociales que fomentan el consumo de sustancias toxicas).
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  • Para fomentar la generalización de estímulos (que lo que se aprende en el lugar de terapia se generalice a la vida cotidiana) y/o de respuestas (lo que se aprende para regular una respuesta sea útil para regular otras, como por ejemplo la relajación o la auto-hipnosis).
  • Para fomentar el mantenimientos de las ganancias terapéuticas, como es el caso de la pérdida de grasa corporal en el caso de la obesidad.
  • En general, y en relación con los puntos anteriores, para fomentar la eficiencia de las intervenciones psicológicas, ya que si la persona se auto-regula y auto-controla se reducen las sesiones clínicas y la actividad del terapeuta, además de favorecer el sentimiento de responsabilidad e implicación del usuario en la terapia, aspecto éste considerado como un valor positivo en nuestra cultura.

Contenido

Definiciones de auto-control

1. Autocontrol según Skinner

El psicólogo conductual F. B. Skinner (1953) defendió que el auto-control se refiere a conducta y se dará cuando la persona reciba consecuencias aversivas y consecuencias positivas por un mismo comportamiento. Es decir, para Skinner, surgirá la necesidad de auto-controlarse en la medida en que exista un conflicto entre las consecuencias de un comportamiento. Auto-control será toda aquella conducta que reduzca la posibilidad de aparición de la conducta castigada. Esta reducción o evitación del castigo consolidaría la respuesta de auto-control. Según Skinner, las respuestas controladoras serán aquellas que emite la persona para resolver el conflicto, manipulando las variables de las que la conducta a controlar (o controlada) es función. Esta última debe cambiar su probabilidad de aparición.

2. Autocontrol según Goldfried y Merbaum

Goldfried y Merbaum (1973) asumen también que el auto-control surge cuando una persona necesita resolver un conflicto. El auto-control implicaría una decisión a la que se llega a través de una deliberación consciente, con la intención de integrar una acción que trata de lograr ciertos resultados u objetivos deseados, determinados por la persona misma. Por lo tanto, el acto de autocontrol estaría mediado por procesos cognitivos superiores (pensamiento y lenguaje), y la necesidad de controlar el comportamiento surgiría, no sólo por conflictos intrapersonales, sino que, tanto agentes sociales como una nueva información podrían activarlo.

En este caso, el auto-control conlleva, un proceso en el que debe aparecer varios aspectos, como un desajuste en las conductas de la persona, una decisión, el establecimiento de objetivos y metas, una planificación del cambio, así como la influencia externa del ambiente, tanto para el desencadenamiento del proceso como para el establecimiento de metas y desarrollo de estrategias. Por ello el auto-control se aprende.

3. Autocontrol según Thoresen y Mahoney

Thoresen y Mahoney (1974) opinan que la asignación de un comportamiento auto-controlado depende, en buena medida, del contexto cultural o social. El punto central es que la persona misma sea el principal agente de cambio. Por lo tanto, lo que debe plantearse, es qué grado de auto-control está ejerciendo la persona sobre su comportamiento, como parte de un continuo con un extremo de máximo control personal y otro extremo de máximo control externo.

Según Thoresen y Mahoney, una persona ejercerá auto-control cuando, en ausencia relativa de restricciones externas inmediatas, pone en marcha una conducta, cuya probabilidad de aparición previa ha sido menor que la de conductas alternativas disponibles. Esta decisión implica unas recompensas diferidas (o reducciones de consecuencias aversivas) y un mayor esfuerzo. Los procesos cognitivos servirían de unión entre la conducta auto-controlada y las consecuencias diferidas, manteniendo el comportamiento adecuado, y ayudando a anticipar las implicaciones del mismo.

Según estos autores se darían dos tipos de auto-control:

  • Auto-control acelerativo, que englobaría aquellas ocasiones en las que la persona debe acelerar o incrementar comportamientos (por ejemplo, someterse a una intervención médica dolorosa).
  • Auto-control decelerativo que implica una reducción de comportamientos, como, por ejemplo, dejar de fumar, o de comer ciertos alimentos.

En el primer caso, las consecuencias inmediatas de la conducta a controlar son aversivas, mientras que en el segundo, las consecuencias inmediatas son placenteras. En ambos tipos de autocontrol se trata de que la persona afronte una situación desagradable, bien para conseguir unas consecuencias diferidas de mayor valor para la persona, bien para evitar situaciones aversivas de efectos no deseados.

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El modelo de auto-regulación de Frederick Kanfer

Para Kanfer, el auto-control se caracteriza por ser un caso especial en el que hay un determinado motivo subyacente para inhibir una secuencia de respuesta que, bajo otras circunstancias, podría predecirse que posee una probabilidad elevada de ocurrencia. Auto-control siempre implica una situación en la que existe la posibilidad realizar conductas altamente probables, pero por el contrario, aparece una serie de respuestas de probabilidad menor.

Kanfer propuso un primer modelo de auto-regulación que constaba de tres estadios:

  • Auto-observación (self-monitoring), en el cual la persona observa su comportamiento a modificar y, en algunos casos, los registra.
  • Auto-evaluación (self-evaluation) en el que la persona establece unos estándares, normas, o criterios que marcan los objetivos a conseguir, con los cuales contrasta si el cambio de comportamiento es adecuado o no.
  • Auto-refuerzo (self-reinforcement) donde la persona se auto-administra consecuencias simbólicas o tangibles, bien positivas (si ha igualado o superado los criterios) o bien negativas – o ninguna recompensa- (auto-castigo) si no ha conseguido los criterios previamente impuestos.

Este modelo basado en la retroalimentación que la persona posee sobre su propio comportamiento y las consecuencias que genera sobre sí o sobre el entorno, destaca la importancia de los criterios, esenciales para el desarrollo del proceso de auto-regulación y de auto-control. La auto-regulación es, según Kanfer, un procedimiento auto-corrector que se daría únicamente cuando surgieran discrepancias, índices de peligro inminente o estados motivacionales conflictivos, lo que activaría el sistema de auto-observación. Las conductas auto-reguladas surgirían cuando la persona necesita aumentar la eficacia de su comportamiento ante determinadas tareas, o bien ante una situación que exige un cambio en la probabilidad de aparición de determinadas respuestas. Pero el auto-control implicaría necesariamente, a diferencia de la sola auto-regulación, un estado aversivo, en el que la persona debe esforzarse por alterar la probabilidad de una respuesta o respuestas.

Kanfer distingue entre dos tipos de auto-control:

  • Auto-control decisional: la persona debe elegir entre una alternativa que produce consecuencias inmediatas (positivas o negativas) y otra alternativa de consecuencias diferidas de mayor valor cuantitativo o cualitativo para la propia persona. Lo esencial en este tipo de auto-control es que, una vez el individuo ha elegido, las variables que afectan a su comportamiento ya no caen bajo su control.
  • Auto-control prolongado: es una variante del anterior, pues, una vez la persona ha tomado la decisión sobre qué elegir, debe de poner en práctica recursos (cómo hacerlo) para realizar las tareas necesarias para lograr los objetivos que se marcó en la toma de decisión. Si el realizar lo comprometido lleva consigo poner en marcha alguna conducta con consecuencias conflictivas y carece de indicios o control ambiental que le determinen lo que debe hacer, la persona se encuentra en una situación de auto-control prolongado.

Este auto-control puede implicar, según Kanfer, dos situaciones diferentes:

  • Resistencia a la tentación/demora de la gratificación: el individuo debe inhibir comportamientos altamente probables con consecuencias inmediatas positivas, y, a veces, emitir simultáneamente, comportamientos de baja probabilidad. Los ejemplos son los mismos que pusimos para el auto-control decelerativo.
  • Tolerancia a la aversión (paradigma del héroe) heroísmo o resistencia al dolor: la persona emite comportamientos poco probables en ella, con consecuencias inmediatas aversivas y, en ocasiones, reducir comportamientos con consecuencias cercanas positivas. Los ejemplos serían los mismos indicados para el auto-control acelerativo.

También establece dos tipos de criterios probabilísticos:

  1. De amplio espectro: según estos autores, un estándar de amplio espectro implicaría el mantenimiento de objetivos personales duraderos que afectan en un rango de situaciones altamente valoradas por la persona. Por ejemplo, ser una persona competente y eficaz sería un estándar de amplio espectro.
  2. De espectro reducido: este tipo de estándares incluyen un rango limitado de situaciones para las que serían relevantes. Por ejemplo, ser competente y eficaz sólo para resolver problemas de bricolaje.

En definitiva, lo que importa es que la persona elija y asuma determinados criterios, interiorizando las pautas que deben regular su comportamiento. Una vez establecidos los criterios y realizada la acción, la persona compararía los resultados obtenidos con los criterios (o resultados que debería haber obtenido).

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