El autoengaño: ¿Qué es y por qué se produce?

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La disonancia cognitiva

Antes de empezar a hablar de los autoengaños en los que podemos caer, tenemos que hablar de un concepto de vital importancia dentro de este tema. Y es el de la disonancia cognitiva.

¿Qué es este palabro tan raro? Pues, básicamente, este concepto viene a reflejar la capacidad que tenemos de mantener, al mismo tiempo, dos ideas contrarias en nuestra mente, sin que se vean afectadas por su contradicción.

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Es decir, la disonancia cognitiva es la capacidad del ser humano para tener, creer y defender dos ideas incompatibles a la vez. Y, como puedes imaginar, no es fácil lograr esto (bueno, en realidad sí es fácil, porque lo hacemos sin darnos cuenta… ¡Pero hay toda una serie de mecanismos operando de forma inconsciente para que las dos ideas no choquen!).

Ahora vamos a pasar a ver esas formas de autoengaño que permiten que las dos ideas que tenemos en mente no se encuentren y, por tanto, entren en conflicto entre sí.

5 Formas de mentirnos a nosotros mismos

Aclarado qué es la disonancia cognitiva, es el momento de ver mediante qué estrategias el cerebro es capaz de mantener esas dos ideas separadas entre sí (puesto que, si llegasen a encontrarse y enfrentarse, nos daríamos cuenta de que hay que desechar una de las dos).

Ah, y, por cierto, no creas que lo que vamos a ver a continuación solo afecta a los demás. Todos nos autoengañamos. Tú también. Y nos encanta hacerlo, porque es la única forma de mantener nuestra autoimagen intacta.

1. Confundir necesidad y voluntad

En muchos casos, confundimos la necesidad de tener algo con la voluntad de querer algo. Y esto es peligroso. Es habitual tratar de convencernos de que “queremos” algo cuando, en realidad, “necesitamos” algo.

¿Por qué? Porque tenemos mayor control sobre lo que queremos que sobre lo que necesitamos. Si “queremos” algo porque nos apetece (por ejemplo, unas chucherías), tenemos la capacidad de decirnos que no y autolimitarnos.

Sin embargo, cuando “necesitamos” algo (por ejemplo, fumar un cigarrillo), no tenemos la capacidad de decir que no. Por lo tanto, sustituimos esa necesidad por una voluntad, y nos decimos que queremos fumar ese cigarrillo.

De esta forma, nuestra mente dice algo como “cuando quiera, lo dejo”.

2. Jugar con el significado de los conceptos

Otra fórmula para evitar la disonancia cognitiva consiste en dar a los conceptos el significado que más nos convenga, con el fin de hacer que éstos encajen con nuestro sistema de creencias, y no al revés.

Por ejemplo, alguien podría pensar que la homosexualidad es antinatural, porque no permite tener hijos. Sin embargo, alguien podría contraargumentarle que muchas parejas heterosexuales tampoco pueden tener hijos por problemas de esterilidad, y que, por lo tanto, también ellas son antinaturales.

En ese caso, una respuesta común es sustituir la razón por la que la homosexualidad es antinatural, y pasar a decir, por ejemplo, que es una anormalidad estadística, y, por tanto, antinatural.

Es decir, no se deja margen a contrariar la posición inicial, sino que se mantiene la posición inicial y se reformula el significado de “antinatural” (del no poder tener hijos al ser una anormalidad estadística).

3. Responder a preguntas que no tocan

Otra forma de engañarnos es la de responder a preguntas que no tocan. Es decir, ante una pregunta, se buscan respuestas relacionadas pero que, en realidad, no responden a la pregunta en cuestión.

Por ejemplo, si preguntas a una persona si es buena idea comprar acciones de Ford, esa persona podría responder algo así como “Ford hace buenos coches, así que supongo que sí”… ¡Pero la pregunta no era si Ford hace buenos coches!

La respuesta debería ir por el camino de si la acción está cara o barata, si la compañía pasa por un buen momento o no, etc. El hecho de que Ford haga buenos coches, en sí mismo, no responde a la pregunta de si es buena idea comprar acciones.

4. No tocar ideas peligrosas

Por supuesto, una forma muy habitual de evitar darse cuenta de la disonancia cognitiva es ignorar una de las dos ideas, pese a que la mantengamos en la mente y operemos con ella en otras situaciones.

Esto se puede ver con mucha claridad en algunas discusiones que terminan antes de empezar con un “no tengo ganas de tratar este tema” o “sí, vale, tú tienes la verdad absoluta”. Sin embargo, también se da en la soledad, cuando estamos pensando y esa idea viene a la mente y rápidamente saltamos a otra.

Es una forma de evitar que esa idea choque con otra que también tenemos asentada en la mente.

5. Creer que somos únicos (y que somos los únicos únicos)

Esta es una forma muy habitual de autoengaño, y consiste en pensar que, mientras todo el mundo se rige por un funcionamiento “lógico y objetivo”, nosotros podemos escapar a esa lógica y objetividad.

Es algo que se ve con claridad en las adicciones (aunque también se ve en muchos otros ámbitos): Sabemos que las personas que fuman más de tres cigarros al día tienen dificultades para dejar de fumar, pero, si eres tú quien fuma más de tres cigarros al día, pasas a considerarte único y decirte que eres perfectamente capaz de dejar de fumar cuando quieras.

Como puedes ver, el autoengaño se produce gracias al mecanismo de la “disonancia cognitiva”, pero al mismo tiempo la disonancia cognitiva es muy útil, pero también implica que nos encontremos con este tipo de autoengaños que pueden llegar a ser perjudiciales.

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