El Síndrome de la cara vacía, qué es y cómo superarlo

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El síndrome de la cara vacía es una nueva forma de inseguridad que quizá en algún momento pudiese llegar a figurar en los manuales de diagnóstico.

Aunque aún no se encuentra en ningún manual de diagnóstico de trastornos o enfermedades mentales, ni en el C-10, ya los psicólogos comienzan a advertir de su presencia.

Ya pronto las mascarillas, de forma progresiva, dejarán de ser obligatorias. Cada día seguro serán más los países los cuales irán imponiendo la norma de forma progresiva, pero, ¿están todas las personas listas para ello?

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Volver a vernos sin mascarilla

La noticia debería ser un motivo de alegría: la mascarilla dejará de ser obligatoria en exteriores, pero, esto puede traer consigo la aparición de un nuevo síndrome: el síndrome de la cara vacía.

El síndrome de la cara vacía hace referencia a todas aquellas personas que se sienten inseguras si no llevan nada que proteja sus rostros de las probabilidades de contagios por coronavirus.

Si bien es cierto que primero la obligatoriedad del uso de la mascarilla causó molestia para algunos, ahora ocurre lo contrario: retirarla puede exacerbar los temores a enfermar.

Dicho síndrome tal vez llevará a muchas personas a ir por ayuda psicológica, además, hasta el momento, no existe un tratamiento establecido para combatirlo. Sin embargo las personas sí pueden aprender estrategias que le ayuden a hacer frente al miedo y a la ansiedad que les genera el hecho de llevar el rostro al descubierto.

Una de las estrategias que quizá se pueda implementar sea la de aproximación sucesiva, es decir, que poco a poco la persona se irá acostumbrando, de forma gradual, a esa situación que le genera malestar. No obstante, todo dependerá de la adaptación de la persona y de las situaciones en las cuales se sienta menos incómodo.

Esto también trae a colación otra serie de detalles, ya que es probable que las personas comiencen a pensar en otros asuntos o a tener ideas o pensamientos intrusivos. Por ejemplo, quien conviva con otra persona que tenga una patología subyacente, quizá lo piense dos veces más que el resto de la población para quitarse la mascarilla en los ambientes exteriores.

 

Por ello, el sentido común y la responsabilidad juegan un papel fundamental. Al final, se debe recordar que muchos factores en la vida diaria dependen del aprendizaje. Pues, al principio, muchos aprendieron a convivir con la mascarilla, por ello, apelando a la capacidad de adaptación de cada sujeto, es probable que habrá quienes logren adaptarse de forma rápida a la nueva situación.

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Sin embargo, son muchos los elementos a considerar, tales como la capacidad de resiliencia, las fortalezas de cada quien, las habilidades sociales, entre otros recursos internos que ayudarán a que los individuos, de manera gradual, se adapten.

No se trata de una enfermedad

Un punto importante a tratar es que, si bien es cierto que muchos psicólogos ya comienzan a percibir este fenómeno del miedo a retirarse la mascarilla, este temor no se trata de una enfermedad mental y ni siquiera es un trastorno en sí, por ahora. Se trata más bien de una situación ante la cual muchos no saben aún cómo reaccionar, pues están presentes el miedo a ser contagiado o a contagiar a otras personas; la incomodidad de interactuar con personas que no llevan la mascarilla y la sensación de inseguridad al no llevar dicho accesorio.

Estas características serán las principales para poder percibir si una persona está padeciendo del síndrome de la cara vacía.

Se debe recordar, de igual modo, que habrá quienes sientan miedo, o quienes no se atrevan a quitarse la mascarilla, así como también algunas personas se sentirán seguras al evitar algunos contactos sociales.

Finalmente, para evitar padecer el síndrome de la cara vacía se recomienda la calma, recordando que se trata de una sensación que es normal y que quizá muchas personas van a padecer, al menos al inicio de empezar a imperar la normativa.

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