¿Estás construyendo una vida solitaria?
Los «singles»
La soledad pone en evidencia una cruda realidad en el mundo: cantidades de ancianos fallecen de forma inadvertida, hasta que algún vecino delata su estado, avisado por el llamado del olor a cadáver. Esta situación tiende a incrementarse, no únicamente en Europa, sino también en Estados Unidos y algunos países asiáticos. Es uno de los problemas de este siglo.
En la actualidad existen más de ciento cincuenta millones de personas denominadas como “singles” únicamente en territorio europeo, de las cuales entre el treinta y el cuarenta por ciento vive en hogares monoparentales. Casi la mitad de ellas son mayores de 65 años.
Según la interpretación hecha sobre los datos de la Eurostat, el porcentaje de personas solas llega a cifras entre el veinte y el cuarenta por ciento de la población. Dentro del grupo de singles se encuentran las personas: solteras, divorciadas, separadas y viudas.
Unas comparten el hogar con familiares o amigos y los otros viven en hogares unipersonales, siendo estos últimos el tema de este escrito, concretamente refiriéndonos a aquellos que desean cambiar su estado y quieren llegar a ancianos acompañados por sus seres queridos.
Cuando la soledad es involuntaria
Una vida solitaria involuntaria trae consigo muchas consecuencias, dentro de las cuales encontramos la manifestación de algunas enfermedades psíquicas como: la depresión, la manía, la ansiedad, las cuales derivan en somatización, generando diversos males físicos y en ocasiones induciendo al suicidio. El mejor tratamiento para salir de este estado suele ser el amor y la compañía. Según algunos estudios realizados, el setenta por ciento de “singles” creen que su felicidad radica en encontrar una pareja, aunque algunos se conformarían únicamente con “compañía estable”.
Sin embargo, dicho remedio llega a ser una verdadera odisea para muchos de ellos, en especial cuando dicho estado se ha constituido en permanente, en cuyo caso, la persona va perdiendo motivación para la conquista o atracción de “compañía”- que no necesariamente es una pareja-, aumenta su inseguridad y disminuye su autoestima y aumenta la desvalorización, lo cual menoscaba su aptitud para atraer, la habilidad para compartir y convivir con otras personas.
La agitación de la vida actual, el ritmo de trabajo y la consecuente “falta de tiempo”, junto con la activación del mundo “virtual” dificulta la forma de interactuar y relacionarse socialmente. Ahora, teniendo en cuenta de que la mayoría de personas que viven en soledad son mayores, donde la accesibilidad a las nuevas tecnologías es precaria, se complica aún más el propiciar nuevas relaciones y mantener incluso las de sus propios familiares.
Evidentemente, dichas circunstancias afectan con mayor intensidad a aquellos que aprendieron a relacionarse mediante el contacto cara a cara. No obstante, la principal causa se encuentra en su interior, en sus emociones.
Existen personas que permanecen durante mucho tiempo como “singles” después de un divorcio o de enviudar, y esto se debe por lo general, a que se auto-consumen en la condena de la segregación ya sea por la desgracia vivida o por apegos a su anterior relación o por ser ajenos a conectar consigo mismos. La persona se niega a aprender de sus errores y se abstienen de generar nuevas oportunidades en su vida. Cuando estas personas logran peregrinar en su interior adquieren un estado de mayor consciencia y consiguen reestablecer su vida marital. Por el contrario, cuando dejan pasar las oportunidades de reconstruir una vida en pareja –ya sea enmascarados en el victimismo, sus conflictos internos, la rabia con Dios o con la vida o con los demás-, terminan por lo general de forma “impar”.
Algunas de las actitudes que fomentan una soledad involuntaria
- Negarse a vivir encerrándose en sus miedos e inseguridades. Manteniendo pensamientos de poco valor por sí misma, creyendo que nada le sale bien y fracasando primero en su mente antes de emprender cualquier acción.
- Transmitir la idea de perfección mediante la ridiculización, la crítica y la condena con persistencia de las acciones de los otros y hablando de sí mismo constantemente, sin modestia, auto-alabando sus acciones, pensamientos y palabras. Incapaz de reconocer los valores, las acciones y las palabras de los otros.
- Plantear conflictos constantes con los demás por tener la razón en las conversaciones, tratando de imponer su punto de vista y llevando las discusiones hasta terminar con la misma. Enfadándose cuando no la tiene, llegando al insulto y/o agresión.
- Evitar hacerse responsable de todo lo que le sucede, descargando en los demás sus errores y cualquier situación incómoda, difícil, dolorosa o trágica. Apartado de evaluar su grado de participación dentro de ella. Asumiendo la actitud de queja o victimismo, ya sea de la situación económica, el estado o la sociedad. También de su ámbito más íntimo como sus hijos, su conyugue, su familia. Siendo esta actitud una de las formas de exculpar sus faltas y grado de participación en ellas, especialmente cuando se fracasa.
- Mantener una actitud negativa pensando siempre en la catástrofe, la muerte y el conflicto, atrayendo las desgracias, el caos o la enfermedad a su vida.
- Denotar una gran dificultad para ponerse en los zapatos del otro, ajenos a los sentimientos y necesidades de los demás, concentrados únicamente en las propias.
- Creer saberlo todo y corregir constantemente a tus familiares y amigos lo que hacen, dicen o piensan. Sus conversaciones rozan en el absolutismo, sin aceptar que se equivoca y evitando disculparse o corregir sus conceptos.
- Utilizar a la gente abordándoles cuando se le presenta alguna dificultad para que le solucionen sus problemas o para satisfacer algún capricho. Manipulando con la lastima, la aparente cordialidad o la intimidación. O lo contrario, no contar jamás con los demás, pues cree ser perfecto y todo poderoso.
- Adquirir comportamientos agresivos con el entorno denotando conductas poco sociables e irrespetuosas con los demás y la naturaleza tales como: conducir como sí los demás fueran enemigos de guerra, devaluar los sentimientos de los otros, estar siempre a la defensiva, tirar la basura en cualquier lugar, fumar frente a los demás, desperdiciar el agua, la energía, el gas sin ninguna consideración social y ambiental.
- Vivir en función de los demás siempre sacrificado por sus padres, hijos, conyugue o hermanos. Reaccionando tarde, justo cuando ha perdido la oportunidad de vivir su propia vida.
- Disfrutar de las conversaciones trágicas que traen sufrimiento para sí misma o los demás, por ejemplo, regodeándose hablando de tragedias naturales, enfermedad, muerte, etc.
- Disfrutar de temas donde se averigua la vida íntima de los demás, tanto en los medios de comunicación como en su ámbito social, creando la intriga y regodeándose con la creación del conflicto entre la gente e incluso en ella misma.
- Controlar a la familia o seres queridos (conyugue, hijos, padres, hermanos, amigos) manipulándolos con violencia, victimismo o indiferencia. Apuntando a la violencia psíquica y física cuando no le permiten hacer su voluntad, en el caso de manipular con la intimidación. Si se hace la víctima lo hará con el llanto, la enfermedad y generando lástima, y si manipula con indiferencia lo hará ocupándose al máximo o ausentándose con frecuencia del hogar.
En resumen, dichas actitudes son el reflejo de una persona que se abandona de sí misma, deja de cultivarse ella misma en una desvalorización que tapa y esconde con las actitudes, comportamientos y pensamientos que se han expresado. Siempre hay tiempo para corregir y cambiar la dirección equivocada.