Hambre de piel: cuando faltan los abrazos
La expresión «hambre de piel» puede traernos a la mente un mosquito intentando alimentarse de nuestra sangre. Pero como bien señala el título, el hambre de piel está más relacionado con los abrazos y con el contacto físico. En época de aislamiento social, el contacto físico se vuelve más complicado y puede surgir lo que se denomina «hambre de piel». Sobre todo, aquellos que viven solos pueden experimentar la falta de abrazos, de caricias, etc. Como seres sociales no solamente parece que necesitamos interaccionar de forma oral, sino que buscamos tocarnos. Consciente o inconscientemente lo hacemos porque de esta forma aumentan nuestros niveles de bienestar. Pero, ¿por qué ocurre esto? ¡Veámoslo!
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Hambre de piel
Tiffany Field, fundadora del Instituto del Tacto de la Universidad de Miami, es una de las mayores voces sobre el tacto. Antes de la pandemia, se encontraban inmersos en diferentes investigaciones. Una de ellas consistía en contabilizar el número de veces que los grupos de adolescentes se tocan o abrazan. También estudian, por ejemplo, el número de personas que se engancha al móvil mientras hacen cola en el aeropuerto para evitar el contacto con el resto de pasajeros. Sin embargo, a causa del confinamiento, sus estudios se han visto interrumpidos y han dado un nuevo rumbo. ¿Cómo ha afectado el confinamiento a nuestra hambre de piel?
Al parecer, un 26% de los investigados han asegurado que con la cuarentena se han sentido bastante privados de contacto mientras que un 16% lo ha notado pero de forma más leve. Aún así, de todos los entrevistados, el 97% han asegurado que han manifestado problemas a la hora de irse a dormir. Tiffany Field afirma que estos problemas de sueño pueden estar relacionados con la falta de serotonina. Pero, ¿por qué serotonina? Se trata de la conocida como «hormona de la felicidad», y sus niveles aumentan cuando tocamos a otras personas y/o las otras personas también nos tocan.
Hambre de piel… ¿qué ocurre cuando nos tocan?
Cuando alguien nos toca, se activan diversos receptores que tenemos bajo la piel. Se trata de sensores y fibras nerviosas que responden a una estimulación suave de la piel. Como afirma Cristina Márquez Vega, investigadora del Laboratorio de Circuitos Neuronales de la Conducta Social de Instituto de Neurociencias de Alicante, «algunas de esas fibras, las C táctiles, responden a la estimulación suave en la piel mandando información a varias zonas del cerebro, sobre todo a la corteza de la ínsula – que se trata de una de las partes relevantes en el cerebro social – pero también a la corteza somatosensorial secundaria, donde integramos toda la información que nos llega».
Esta información también llega a otras zonas del córtex cerebral como la corteza orbifrontal o la cingulada anterior, que son áreas encargadas del procesamiento de emociones y que están implicadas en la toma de decisiones. Así pues, cuando tocamos o somos tocados, nuestra piel responde enviando información al cerebro y produciendo mayores niveles de serotonina. ¿Cuántas veces hemos deseado el abrazo de un ser querido? ¿En cuántas ocasiones nos hemos sentido más tranquilos después de un gran abrazo?
Natural Killers
Tiffany Field afirma que al tocarnos fomentamos la creación de Natural Killers (células asesinas naturales). Su nombre hace referencia a que una de sus principales funciones es la identificación y eliminación de células anormales. Así que a pesar de su nombre, las natural killers están de nuestra parte. Sin embargo, la falta de contacto podría debilitar nuestro sistema inmunitario bajando nuestras defensas y nos volvería más vulnerables a los virus externos. Aun así, existen muchos factores que pueden debilitarlo y también muchas formas de aumentarlo. De hecho, esta investigadora aconseja que cuando nos falte el contacto físico, ejercicios como el yoga o caminar mueven nuestra piel y de esta forma se producen roces que activaría nuestro sistema. De todos modos, el ejercicio físico de por sí ya produce endorfinas.
Hambre de piel en época de aislamiento
A pesar de toda esta información, es importante no dejarse llevar por el pesimismo. La autovictimización por la falta de contacto físico sólo nos llevará a un círculo vicioso del que será complicado salir. Es frecuente escuchar frases como «estoy triste porque estoy solo». Por eso es importante aprender a estar con uno mismo. Sin duda, el contacto físico nos aporta beneficios a nivel psicológico, pero si no lo tenemos lo mejor que podemos hacer es aprender a estar con nosotros mismos. Cuando falta este contacto, es una buena época para comenzar un viaje de autoexploración personal que puede llevarnos a destinos que no hubiéramos imaginado.
Así pues, una situación en principio adversa, podemos transformarla en beneficiosa para cada uno de nosotros si sabemos cómo. Pasear, respirar conscientemente, hacer algo de deporte, comer sano… todo ello puede ayudarnos a tener una vida saludable. También es una época ideal para aprender a meditar, algo que muchos afirman que tienen pendiente pero que por falta de tiempo siempre lo posponen. Al final, la felicidad y el bienestar está más cerca de lo que pensamos.