Impulsos vitales: el camino hacia la auto realización

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Existen dos valores básicos u objetivos que todas las personas tenemos… aunque no lo manifestemos de forma explícita, o aunque no seamos completamente conscientes de ello. Dichos objetivos son la supervivencia y el disfrute. Dicho de otra manera, nuestros dos impulsos vitales fundamentales son permanecer vivos y ser felices.

Nuestros objetivos generales, comunes a todos, son vivir nuestra vida con el mayor disfrute posible, dadas nuestras limitaciones como seres humanos, así como las limitaciones del mundo físico y social.

Estos son los valores u objetivos secundarios, que pueden ayudar a los individuos a lograr la realización personal:

  1. Auto interés. Toda persona emocional y psíquicamente sana y sensata tiende a interesarse fundamentalmente en sí misma y pone sus intereses ligeramente por encima de los de los demás. Las personas sanas son positivas hacia ellas y hacia los demás. Normalmente se colocan a sí mismos en primer lugar, sitúan a unos pocos elegidos a continuación y al resto del mundo no demasiado atrás.
  1. Auto aceptación. Sentirse a gusto en su propia piel, contento y feliz simplemente por vivir, por existir. No medir su valor intrínseco por sus logros y éxitos o por lo que otras personas puedan decir o pensar. Elegir aceptarse incondicionalmente, realizar valoraciones de su totalidad o forma de ser y tratar de disfrutar de lo que hace en lugar de probarse a sí mismo.
  1. Interés social. Tendencia y deseo de vivir en sociedad, a actuar de forma cívica y moral, respetando los derechos de los demás, ayudando a mejorar en la medida en que podamos, la sociedad en la que vivimos.
  1. Flexibilidad y tolerancia. No establecer reglas y normas rígidas e inamovibles para sí mismo y para los demás. Mostrarse abierto al cambio, pluralista en la visión y en la idea que se forma de otras personas.
  1. Aceptación de la incertidumbre en que nos movemos los humanos, pues vivimos en un mundo de probabilidades y no existen certezas absolutas. Incluso llegar a considerar fascinante y excitante vivir en un mundo incierto, siempre abierto a la sorpresa.
  1. Gobierno de uno mismo. Asumir el control, la responsabilidad y la dirección de nuestras propias vidas, sin demandar continuamente o necesitar en exceso la ayuda de los demás.
  1. Alta tolerancia a la frustración. Ser capaces de aceptar aquellas cosas que nos incomodan o que bloquean nuestros objetivos, así como tener facilidad para otorgarse a sí mismo el derecho a equivocarse, por eso suele abstenerse de condenarse a sí mismo o de condenar a otros por conductas inaceptables.
  1. Estar vitalmente ocupado en algún tema o proyecto de interés creativo, intelectual o de algún tipo de compromiso humano importante que le hace sentirse solidario, útil para los demás. Disfrutan y buscan intereses que consideran satisfactorios en sí mismos y no como medios para conseguir otras cosas, como aficiones, deportes, trabajo, actividad intelectual o artística, etc.
  1. Propensión a la reflexión serena y capacidad de sentir profundamente y de actuar de manera concentrada, pero también de regular emociones y acciones, reflexionando sobre ellas y evaluando sus consecuencias.
  1. Tendencia a asumir cierto nivel de riesgo, dentro de un límite, sin temeridad. Sin asumir un cierto nivel de riesgo es imposible iniciar nuevas etapas en la vida, establecer nuevas relaciones, emprender nuevas empresas. Aquellas personas que por temor a equivocarse, no asumen ciertos riesgos, pronto ven bloqueada su evolución personal.
  1. Realismo, vivir con los pies en la tierra, sin utopismo. El individuo sano es consciente de que nunca conseguirá todos sus deseos ni logrará evitar todos los dolores. Por eso no pierde el tiempo moviéndose de forma poco realista en busca de placer, felicidad o perfección total, o de la plena y completa desaparición de las inconveniencias, de los sufrimientos y de las incomodidades.
  1. Tendencia a desdramatizar, a quitar hierro, a buscar mejores alternativas y no hacer un problema de todo.
  1. Empatía o propensión a ponerse en el lugar de los demás y ver las cosas desde su misma perspectiva. Comprender que cada individuo actúe movido por sus propias razones, vivencias, actitudes y creencias.
  1. Hedonismo, en sentido amplio, que le lleva a buscar la felicidad y evitar el dolor, a aprovechar lo placentero del momento disfrutando aquí y ahora y preparando la gratificación y el placer del futuro, porque tampoco se obsesiona con la gratificación inmediata pues sabe que la vida es larga y que existe el mañana.
  1. Aceptar el propio malestar emocional porque se hace cargo de su propia existencia en lugar de descargarse de responsabilidades y culpar a los demás o a las condiciones sociales o vitales en las que se encuentra.
  1. Facilidad para perdonar, disculpar y tomar las cosas con sentido del humor y descubrir algo positivo en lo negativo.

De esta manera, con los puntos aquí señalados, no sólo se le anima a buscar la propia realización y a buscar una filosofía orientada a la acción, sino que también se muestran los caminos para alcanzarla.

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