Inhibición Cognitiva o Inhibición de Memoria: no recordamos lo que es irrelevante
En un mundo donde la sobrecarga de información se ha vuelto una constante, nuestra capacidad para filtrar y focalizar nuestra atención es más importante que nunca. Aquí es donde entra en juego la inhibición cognitiva, un mecanismo psicológico que actúa como un «portero» de nuestra mente, controlando y regulando el flujo de pensamientos, recuerdos e impulsos que nos bombardean diariamente.
Este proceso no solo es fundamental para mantener nuestra concentración en tareas específicas, sino que también es vital para nuestra adaptabilidad emocional y social, permitiendo manejarnos eficazmente por un entorno en constante cambio.
Contenido
¿En qué consiste la inhibición cognitiva?
La inhibición cognitiva, también conocida como inhibición de memoria, es un proceso psicológico que implica suprimir o reprimir consciente o inconscientemente pensamientos, recuerdos o información que no son relevantes o que pueden ser perturbadores.
Este mecanismo es muy importante para mantener una función cognitiva saludable, porque ayuda a gestionar la sobrecarga de información y a mantener la atención enfocada en lo que es importante en un momento dado.
Tipos de inhibición cognitiva o inhibición de la memoria
La inhibición cognitiva, como decíamos, es un proceso fundamental para una gestión eficiente de nuestra atención, memoria y emociones. Además, se han descrito varios tipos de inhibición:
1. Inhibición proactiva
Esta forma de inhibición es una especie de preparación mental que hacemos para evitar que las distracciones potenciales afecten nuestro rendimiento. Actúa de manera preventiva, estableciendo barreras antes de que la distracción tenga oportunidad de interrumpir. Es como si nuestra mente estableciera un filtro que nos ayuda a concentrarnos en lo que es inmediatamente importante, ignorando todo lo demás que podría desviarnos.
Ejemplo: Si sabes que tienes una tendencia a distraerte con las redes sociales mientras trabajas, la inhibición proactiva sería decidir apagar las notificaciones de tu teléfono o incluso dejarlo en otra habitación mientras te enfocas en tu tarea.
2. Inhibición reactiva
En contraste con la proactiva, la inhibición reactiva ocurre en respuesta a distracciones que ya han comenzado a afectar nuestro enfoque. Es el mecanismo mediante el cual ‘apagamos’ o desviamos nuestra atención de las interrupciones una vez que se han presentado, permitiéndonos volver a enfocarnos en la tarea en cuestión.
Ejemplo: Estás leyendo un libro cuando de repente alguien pone música alta en la habitación contigua. La inhibición reactiva sería la habilidad de volver a concentrarte en tu lectura, ignorando la música después de haber reconocido que te está distrayendo.
3. Supresión de recuerdos
Esta técnica implica el esfuerzo consciente o inconsciente de evitar pensar en ciertos recuerdos que pueden ser emocionalmente perturbadores o irrelevantes en el momento. Aunque a veces es visto como un mecanismo de defensa, es una parte crucial de cómo manejamos nuestras emociones y cómo nos recuperamos de experiencias negativas.
Ejemplo: Después de una experiencia traumática, como un accidente de coche, podrías encontrarte evitando pensar en los detalles del evento para reducir la ansiedad y el estrés que te provoca.
4. Inhibición de la interferencia
Este tipo de inhibición es vital cuando aprendemos información nueva que podría ser contraria o diferente a lo que conocíamos anteriormente. Nos ayuda a manejar y resolver conflictos entre información antigua y nueva, permitiendo que la nueva información tome precedencia sin confundirnos.
Ejemplo: Un estudiante de psicología que aprende un nuevo enfoque terapéutico necesita inhibir los métodos más antiguos o menos efectivos que ha estudiado previamente para adoptar plenamente y aplicar nuevas técnicas más efectivas en sus prácticas.
Trastornos por alteración de la inhibición cognitiva
Los trastornos relacionados con la alteración de la inhibición cognitiva abarcan gran número de condiciones y síntomas, impactando de manera significativa la calidad de vida de quienes los padecen. Estos son los más habituales:
Enfermedades degenerativas y desinhibición
En las enfermedades degenerativas como la demencia frontotemporal y la enfermedad de Alzheimer, el deterioro de las regiones frontotemporales del cerebro puede llevar a una pérdida significativa de la inhibición cognitiva. Esta desinhibición se manifiesta en comportamientos como la falta de tacto social, impulsividad y dificultad para filtrar información irrelevante. Esto no solo afecta la capacidad de los pacientes para interactuar socialmente, sino que también complica las tareas diarias al hacer que les sea difícil concentrarse en la información relevante.
Depresión y disfunción ejecutiva
La disfunción ejecutiva, incluida la pérdida de la inhibición cognitiva, es un rasgo común en individuos con cierto tipo de depresión. Estos déficits pueden hacer que los pacientes tengan dificultades para suprimir pensamientos negativos y recuerdos dolorosos, exacerbando los síntomas depresivos y afectando negativamente su capacidad para gestionar sus emociones y conductas diarias.
Suicidio y déficit de inhibición
La investigación ha vinculado la propensión al suicidio con déficits en la inhibición cognitiva, especialmente en lo que respecta a la supresión de pensamientos negativos o dañinos. Los individuos con un historial de intentos de suicidio a menudo muestran una mayor dificultad para inhibir información negativa y congruente con su estado de ánimo depresivo, lo que puede llevar a una rumiación constante sobre pensamientos suicidas.
Este déficit inhibitorio puede reducir la capacidad del individuo para desviar su atención de los pensamientos autodestructivos hacia pensamientos más neutrales o positivos.
Impacto del envejecimiento en la inhibición cognitiva
La investigación de Hasher, Lustig y Zacks ha podido demostrar cómo el envejecimiento puede afectar la inhibición cognitiva. Descubrieron que los adultos mayores tienden a tener dificultades en tareas que requieren bloquear o filtrar información innecesaria. Esto se debe a que la capacidad de inhibir información irrelevante se reduce con la edad, lo que puede llevar a una sobrecarga de la memoria de trabajo y dificultar el procesamiento cognitivo general.