La necesidad de complacer a los demás
Causas de la necesidad de complacencia
Algunas personas no son capaces de decir no. Siempre están dispuestas a ayudar y a complacer a los demás. Son esas personas a las que siempre suelen pedírseles favores y que aceptan llevar a su cargo un peso familiar, social o laboral que realmente no les corresponde. Esto parece algo positivo y deseable en cualquier ser humano, sin embargo, estas actitudes son muy poco saludables psicológicamente.
El tiempo de su vida, sus planes del día y todos sus cuidados giran en torno a los demás, a sus familiares, parejas, amigos, jefes y hacia cualquier persona o causa que requiera su atención. Son personas que temen fallar a los demás y ser rechazadas, incluso por sí mismas, debido a la culpabilidad que pueden llegar a sentir si no lo dan todo por los otros.
Estas pueden haber sido actitudes aprendidas o incluso imitadas, así como formas en las que las personas han aprendido a desenvolverse para sentirse valiosos y amados por sus seres queridos. Existe también un componente moral educativo en el que la persona puede justificar sus actos afirmando que este es el comportamiento correcto y llenándose de culpa y remordimiento si no lo cumplen.
Rasgos de las personas extremadamente complacientes:
- Las personas extremadamente complacientes tratan por todos los medios de no decepcionar a los demás, incluso en los pequeños detalles
- Sus vidas, planes y deseos quedan relegados a un segundo plano ante las necesidades de otros
- Sienten ansiedad y culpabilidad ante la idea de no hacer todo lo que pueden por los demás
- Sienten una gran compasión por otras personas
- Se sienten valiosos siendo el soporte de otros
- A veces pueden tener una baja autoestima
Consecuencias de vivir complaciendo a los demás
Esta actitud, por más que descanse en principios muy bondadosos, es muy perjudicial a largo plazo para las personas. Algunas de las consecuencias de vivir para otros pueden recaer tanto en la salud física como psicológica:
1. Son negligentes consigo mismos
El tiempo y los cuidados a uno mismo quedan relegados a un segundo plano cuando la vida gira en torno a los demás. Esto conlleva un gran desgaste de energía y ciertas consecuencias en la propia salud de la persona, tanto psicológica como física. Es común que estas personas sientan un gran estrés y ansiedad, llegando a veces a estados depresivos y padeciendo problemas en su calidad de vida. En la constante preocupación por los demás llegan a despreocuparse tanto por sí mismos que las consecuencias en su salud pueden ser muy negativas.
2. Pérdida de identidad
La falta de tiempo para las propias necesidades y la auto negación ante los deseos de otros hace que las personas terminen olvidando sus aspiraciones, sus pasiones e incluso su propia identidad. Además, las personas extremadamente complacientes pueden terminar actuando de forma diferente según el ambiente en el que se encuentren, con tal de adaptarse y complacer a los demás. Aunque la adaptación a diferentes contextos es algo saludable y útil, a menudo estas personas se comportan de forma completamente alejada de si mismas, debido a que prefieren ser aceptadas antes que imponer su propia voz, sus particularidades y todo aquello que las hace realmente especiales y diferentes.
3. Sentir que otros se aprovechan
Las personas que siempre dicen “sí” aunque estén sobrecargadas de trabajo o estrés son una presa muy fácil para aquellos que suelen explotar y manipular a otros. Pero no solo para este tipo de personas, sino para cualquier conocido que simplemente no sepa de sus circunstancias tenderá a pedirles favores, ya que no conocen sus límites. Esto hace que muchos puedan aprovecharse de esta actitud e incluso enojarse si en algún momento la persona complaciente dice que no. Dejar la culpabilidad a un lado y aprender a decir no, de forma rotunda, es necesario para ahuyentar personas tóxicas y relaciones sociales superficiales basadas en la ventaja de unos sobre otros.
4. Pueden llegar a sentir resentimiento
A pesar de su afán por complacer a otros, un estilo de vida en el que uno se posiciona en segundo lugar crea una sensación de disconformidad que puede ir aumentando con el paso del tiempo. Esto puede dar lugar a enfados y cierta ira que puede tratar de reprimirse para no preocupar a otros, una ira que puede ir transformándose en pasivo agresividad. Esta actitud pasivo agresiva da lugar a un resentimiento que emana en cualquier relación cotidiana a través de comentarios sutiles o acciones que van mermando las relaciones con los demás. En su necesidad por complacer y ser aceptados, tristemente las personas pueden llegar a conseguir todo lo contrario.
Ser amables, bondadosos y cuidar de otros es una magnifica cualidad. Sin embargo, olvidarse de uno mismo para servir a los demás puede tener consecuencias muy negativas. De hecho, quienes no cuidan de sí mismos y dedican tiempo a sus deseos y prioridades, sufren un desgaste de energía y fuerza que no les permite cuidar de los demás de forma saludable. Buscar el correcto equilibrio entre una actitud y otra es la clave para poder llevar una vida plena y saludable. Todos merecemos cuidar de nosotros mismos y aprender a decir no en algunas circunstancias es un primer paso para la liberación de esta pesada carga.