La otra cara del malestar emocional

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Tradicionalmente la psicología ha dedicado mucho esfuerzo a estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (ansiedad, estrés, depresión, etc.), dejando de lado a menudo el estudio de aspectos más positivos como, por ejemplo, la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad, etc. Por fortuna actualmente se han creado nuevas vías de estudio, como es la Psicología Positiva, que investiga las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, así como de las fortalezas y virtudes humanas. En base a estos conocimientos y a las experiencias profesionales de multitud de psicólogos, filósofos, educadores, etc., se pueden extraer ideas básicas y fáciles de entender que, si somos capaces de ponerlas en práctica, nos ayudarán a relativizar nuestros infortunios y aprender a ver más veces el vaso medio lleno y no tantas el vaso medio vacío.

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Los beneficios del malestar emocional

Paradójicamente, el malestar emocional es una condición humana, que además lo ha sido desde los orígenes de la humanidad. Entonces la pregunta sería: ¿No es inevitable el sufrimiento emocional, ya que somos seres humanos y tenemos la capacidad de sentir? La respuesta es NO.

No debemos confundir los sentimientos y emociones dolorosos con un trastorno emocional. Los primeros son inevitables y tan reales y naturales como la vida misma, además dependen de las circunstancias adversas. Si vivimos, es inevitable que suframos contrariedades, reveses, tristeza, pérdidas, frustración, preocupación, etc. Todos ellos y muchos más son sentimientos negativos propios del ser humano y contra ellos poco podemos hacer, salvo reivindicar nuestro derecho a sentirlos y a hacer saber a los demás que los sentimos.

Recientemente, el psicólogo Joseph P. Forgas, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, ha podido averiguar que cuando estamos tristes o irritados aparecen ciertas funciones cerebrales que mejoran para adaptarnos mejor a la situación. Algunas de dichas funciones son:

8 Funciones de nuestro cerebro cuando estamos tristes o enfadados

1. Mejora nuestra memoria

El mal humor hace que nos concentremos más y estemos más atentos respecto a lo que ocurre a nuestro alrededor.

2. Somos más rigurosos en nuestros juicios

A la hora de emitir un juicio sobre una situación social o una persona, caemos en determinados sesgos que influyen sobre nuestra opinión final. La gente de buen humor tiende a ser demasiado entusiasta respecto a sus primeras impresiones y no pone atención al resto de información que puede obtener.

3. Nos hace menos ingenuos

Por la misma razón por la que el mal humor nos hace ser más precisos en nuestros juicios, nos vuelve más escépticos respecto a la información que recibimos. Varios estudios han demostrado que las personas de mal humor o más pesimistas, son menos propensas a creer en rumores o leyendas urbanas.

4. Rechazamos los estereotipos

Este escepticismo que caracteriza a las personas que están de mal humor, es positivo en la convivencia con otras culturas, pues elimina en gran parte nuestra tendencia a guiarnos por estereotipos.

5. Somos más perseverantes

La gente triste o airada es capaz de ser más perseverante en la realización de sus tareas y obtiene mejores resultados en estas, pues no está dispuesta a abandonar tan fácilmente como la gente que, en ese momento, está de mejor humor.

6. Tenemos ciertas ventajas en nuestra relación con los demás

Aunque instintivamente podemos pensar que la gente que está de mal humor es más desagradable en su trato con otras personas, lo cierto es que es más cuidadosa, educada y atenta en sus estrategias interpersonales. La gente de buen humor suele ser más directa y asertiva en sus respuestas, algo que puede ser positivo en ocasiones (sobre todo en una negociación) pero tiene sus contrapartidas: en determinadas situaciones su actitud puede resultar demasiado atrevida.

7. Somos más equitativos y más justos

Según diversas investigaciones, un estado de ánimo positivo puede aumentar nuestro egoísmo, mientras que los estados de humor negativos hacen que seamos más equitativos en nuestros juicios y, sobre todo, más cuidadosos con las normas externas. Los psicólogos han constatado esto tras someter a los participantes a diversos juegos de roles: por extraño que parezca las personas con peor humor son más respetuosas con las normas morales y tienen mayor propensión a alcanzar un consenso.

8. Somos más persuasivos

La gente de mal humor es más persuasiva e influyente que la gente feliz. Dado que cuando estamos más tristes prestamos más atención a la información externa, nuestra capacidad para generar empatía crece y, con ella, nuestra capacidad de convencer a las personas para que acepten nuestro punto de vista.

Los llamados trastornos emocionales, por el contrario, son emociones incapacitantes que se interponen y bloquean nuestros objetivos en la vida, que minan nuestra salud y afectan a nuestra felicidad y la de aquellos que nos rodean. Estos trastornos emocionales como la depresión, la ansiedad excesiva, el pánico, la ira sin control, etc., en gran medida (no siempre) están causados por pensamientos distorsionados, poco ajustados a la realidad, demasiado rígidos y, sobre todo, irracionales. Y de esto sí podemos hacer algo, no sólo podemos, debemos hacerlo.

Hemos de pensar que el coste (no sólo emocional) de sentir a todas horas pánico, ira, furia, auto compasión, etc., es muy grande. Es un esfuerzo enorme dedicado a sabotear nuestro bienestar y felicidad y la de los demás.

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