La paradoja de la masculinidad

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«La gente se ha educado, pero no se ha vuelto más humana«. Abdul Sattar Edhi

«Es un gran tema en mi vida, aprender sobre mí mismo y ser una mejor persona. Soy un trabajo en progreso, Tengo revelaciones todos los días«. Rick Rubin

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¿Son lo mismo los conceptos de: sexo, género y masculinidad?

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Sexo, género y masculinidad son distintos. El primero se le asocia más con aspectos biológicos, en el reino animal, incluyendo al hombre (es la diferenciación biológica entre machos y hembras). Los otros dos conceptos son considerados en las ciencias sociales como constructos históricos y socioculturales.

En la impronta familiar (sello sensorial que cada familia construye) y en la compulsión a la repetición (conductas generacionales inconscientes que se repiten en las familias), la masculinidad se construye incluso antes, durante y después del nacimiento de los hijos.

Las conductas conscientes o inconscientes de los padres e incluso de generaciones atrás, se repiten por los hijos, ello incluye, las conductas asociadas a lo masculino, para diferenciarse de lo femenino.

Las ventajas para los hombres

En el caso del género (aspectos sociales que diferencian a los hombres y las mujeres), se ha favorecido histórica y socialmente a los hombres en cuanto a estructura y estatus social, reflejándose esto en las relaciones de poder:

  • Los hombres tienen más cargos políticos, el techo de cristal (ponen una especie de techo de cristal para que las mujeres no crezcan laboralmente), tienen mejores oportunidades laborales, generalmente en el interior de la casa toman más las decisiones y tienen menos responsabilidades en los quehaceres de la casa entre otras cosas

Todo ello refleja una asimetría en la interacción social, entre hombres y mujeres, con una marcada tendencia positiva cargada hacia la masculinidad.

Las desventajas para las mujeres

Estas diferencias se presentan también en la vida cotidiana, en la salud física y emocional con claras desventajas para la mujer. Se presenta, por ejemplo, una normalización patológica en la distribución de las tareas del hogar y en el ejercicio de las diferentes formas de violencia tales como: el Síndrome de Estocolmo familiar en donde el hombre ejerce la violencia hacia la mujer en diferentes formas. Dentro de ellas se pueden identificar: las agresiones, físicas y verbales, el efecto de luz de gas, la celotipia, la violencia pasiva y económica entre otras generando impactos negativos o psicotraumas relacionados con la violencia doméstica, estas conductas pueden ir desde las menos graves hasta la muerte (por ejemplo, enfermedades de transmisión sexual, depresión, enfermedades psicosomáticas y gastrointestinales, embarazos no deseados, hasta el homicidio).

La normalización de la violencia masculina se asocia con conductas que atraviesan agresiones entre hombres y mujeres, entre hombres exclusivamente y que pueden llevarlos también a la muerte prematura.

La paradoja de las ventajas para los hombres

Una visión más amplia y seguramente de equidad de género es reducir el espacio en la interacción social resignificando los conceptos de lo masculino y lo femenino. Es importante considerar una mayor participación de la mujer en lo público y del hombre en lo privado. En algunos casos implica la inversión de roles sociales por así convenir a los hombres y las mujeres, en el proceso de socialización. Ello implica una labor que necesita hacerse desde la educación de la casa para llegar posteriormente a la escuela y que más tarde se refleje en el ámbito de lo institucional y lo político.

Hombre Sentado Escaleras Pensativo

Los hombres podemos tener conductas femeninas, como en la atención de los bebés y las mujeres conductas masculinas, como en la elección de carreras y actividades asociadas antes exclusivamente a los hombres.

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En el libro dedicado a la obra del maestro Leonardo da Vinci de Michel Gelb (1998), señala uno de los principios davinchianos para vivir la vida, el “Sfumato”: literalmente es volverse humo. En palabras sencillas es tener en la vida, la disposición para aceptar la ambigüedad, la paradoja y la incertidumbre. Esto es, necesitamos entender nuestro mundo a veces lleno de sentido y a veces eso que tenía sentido se pierde completamente y se revierte. El patriarcado del hombre, también se nos ha revertido en muchos momentos como la serpiente que se muerde la propia cola. Y el límite entre ser bueno y malo, entre ser femenino o masculino en ocasiones se vuelve difuso, se vuelve humo y genera incertidumbre.

Consideración para estudios posteriores

En la paradoja de la asimetría del poder y la alienación de la masculinidad ha llevado a los hombres a cargar un pesado estereotipo de género que atormenta y genera demasiados conflictos cuando no se sabe lidiar con ellos: en esta construcción histórica y sociocultural referida al patriarcado, se espera que los hombres para no ser femeninos, carguen con una serie de estereotipos, creando su paraíso y su propio apocalipsis, que les pueden hacer colapsar, cuando cargas múltiples tareas sociales que no siempre se cumplen, pero que nos permite vernos como hombres socialmente deseables cuando cumplimos con las siguientes “Pes” al mismo tiempo y todas ellas sobre nuestra espalda:

Nos volvemos atractivos socialmente, si somos;

  • Proveedores en lo económico,
  • Protectores de la familia y los bienes de la casa,
  • Productivos siendo trabajadores, estando siempre ocupados y centrados en resultados no en pretextos,
  • Potentes en la virilidad y en la eficacia del sexo inagotable, y
  • Proactivos teniendo siempre el control de todas las cosas que suceden alrededor y teniendo una solución para cada problema.

Estas “Pes” son una pesada losa que puede sepultar a cualquiera.

Las nuevas perspectivas de género deberán tomar en cuenta esta condición en la resignificación de lo masculino y lo femenino, no como conceptos opuestos sino complementarios y en ocasiones difusos.

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