Los celuzombis, ¿qué son?

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Los beneficios de los celulares

Los equipos celulares hacen parte de ese beneficioso y necesario desarrollo tecnológico que ha llegado para contribuir a mejorar nuestra calidad de vida. Un teléfono celular es un compendio de herramientas que no sólo ha marcado el comienzo del fin de muchas otras como la linterna, el reloj despertador, la cámara fotográfica, la telefonía fija y el GPS, sólo para citar algunas. También es un instrumento que reúne en sí, un cúmulo, casi que infinito, de posibilidades en el manejo de información y de utilidades, mucho más, diría yo, de lo que en promedio una persona común pudiera llegar a necesitar jamás en su vida.

El teléfono celular: estrella de las tecnologías de la comunicación social, llegó para ayudarnos -de una manera muy cómoda-, a sintetizar muchas de las necesidades que en materia de procesos requerimos para vivir o desarrollar plenamente una vida laboral, académica, familiar o social.

¿Qué es un “Celuzombi”?

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Y, ¿por qué “Celuzombi”? Bien, pues si nos remontamos a las escenas de cualquier película zombi, en las interpretaciones se puede ver cómo estas criaturas deambulan de un lado para el otro, muy despacio, abstraídos de su profundo letargo sólo cuando perciben la presencia de seres humanos vivos. En la caracterización que se hace de estos seres, llevan la mirada perdida, van cabizbajos, a veces con manos y brazos extendidos hacia adelante o totalmente descolgados. Dan una apariencia de no escuchar y su único interés parece ser: ¡nada! Si les prestamos la debida atención a muchas de las personas que van por la calle con un celular en su mano –o en ambas-, en numerosas oportunidades totalmente inmersos en la pantalla de su móvil, parece como si se hubieran aislado del resto del mundo. Y cuando esto ocurre, no ven los vehículos que los van a atropellar, los huecos donde se van a caer o los obstáculos con los que van a tropezar. Si llevaban alguna otra cosa aparte del celular, muchas veces la olvidan o la pierden, incluso niños y mascotas. No se dan por enterados de las personas o situaciones particulares y especiales que tienen a su lado u ocurren en su entorno, haciendo más caótica la situación si llevan audífonos puestos. Aquellos Celuzombis que no tienen buena visión (astigmatismo, por ejemplo), para poder ver la pantalla de su teléfono, se ven obligados a extender sus brazos hacia cualquier dirección, tratando de aprovechar al máximo su visión periférica para lograr distinguir el emoticón de un “besito” o un guiño que les mandaron, y sentirse así vivos, aunque esa breve distracción pudiera llegar a costarles la vida.

Todos somos responsables de su uso (o mal uso)

Llegó el momento para que los padres asuman su responsabilidad y ejerzan un verdadero control sobre el uso que sus hijos (al menos los más pequeños) hacen del celular o la Tablet, y las aplicaciones que les hacen funcionar, empezando por aquellas que estén dentro del rango de las mensajerías sociales. No se puede llegar al colmo de la irresponsabilidad de permitir que antes de que un niño se desprenda del biberón o diga su primera palabra correctamente inteligible, ya ande con un celular en la mano. Suele ocurrir que muchas veces se quiere entretener al niño para que deje ver la telenovela, conversar (chatear) con los amigos, en fin, para que “no moleste”, entregándole cualquiera de estos aparatos. Paulatinamente se ha venido desligando de la suprema responsabilidad de criar a los hijos con amor y con respeto, darles un buen ejemplo, pero bueno, “si los demás lo hacen, ¿por qué no yo?”, parece rezar el lema de muchos adultos a cargo de niños y adolescentes, sean o no su propia prole. Estamos en un momento donde es absolutamente normal que las familias se agrupen en torno al comedor y, a la vez, se distancien de un sano, responsable y constructivo dialogo familiar para conectarse a través de sus teléfonos o Tablets con su digital e individual mundo exterior, sin importar el calor, la compañía o los sucesos que les acontecen a los suyos; igual ocurre con los grupos de amigos, e incluso de parejas sentimentales: es usual verlos juntos, pero totalmente aislados, inmersos en su artefacto tecnológico, con los audífonos drogando de mil y un sonidos sus oídos, mientras, a través de sus ojos, la celudroga invade sus cerebros, embotando sus sentidos y zombietizando sus personalidades.

La educación en la escuela

Y ¿qué decir de algunos –o muchos- profesores? Indiferentemente si es en primaria, bachillerato o educación superior, la problemática no discrimina este tipo de niveles. No es un secreto que muchos docentes no se informan sobre el tema, porque no les interesa o creen que no está dentro de su competencia curricular o, lo que es peor aún: ellos mismos dan el mal ejemplo al utilizar el teléfono para recibir/hacer llamadas, ingresar a Internet o chatear durante plena clase de manera recurrente y prolongada. Es muy común encontrarse con universitarios que no saben autorregularse al momento de estar en clase, y si no es con la celudroga, no pueden estar allí, algo les falta. Es lamentable hallar a profesionales en formación con un octavo o noveno semestre de carrera, alterados porque el profesor les pidió el favor que apagaran el celular o no hicieran uso de él durante la clase. Y el problema no es ese profesor que ahora trata de controlar algo que es casi imposible: una adicción que se empezó a gestar desde la casa, la escuela, el colegio y los primeros semestres de carrera profesional. Y si esta problemática ha campeado por nuestros más queridos entornos social, familiar y académico, ni qué decir del espacio laboral. Existen todo tipo de empleados, sin distingo de título o competencia, que desperdician sus jornadas de trabajo a más no poder, realizando malas prácticas laborales en las empresas que les pagan para producir y no para perder el tiempo estando pendientes de cada instante que una notificación en el celular les indica que deben responder a ese coqueteo, a ese chiste, visualizar el vídeo del momento o responder a cualquiera de los tantos grupos de los cuales hacen parte en sus redes sociales.

Conclusiones

Las TIC, y todo lo que las hace ser -para el caso del presente texto, sólo una parte muy pequeña de las mismas-, son una herramienta necesaria en nuestra vida actual y seguirán contribuyendo notablemente como instrumentos de evolución y desarrollo en el conocimiento y la comunicación de la actual sociedad mundial, sólo las convierte en un peligro, el mal uso que se les permite dar o se hace de las mismas.

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