¿Por qué nos avergonzamos?
“El mundo llama inmorales a los libros que le explican su propia vergüenza“ (Oscar Wilde 1854-1900).
“Una muerte honrosa es preferible a una vida vergonzosa.” Cornelio Tácito
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- Felipe, es un joven universitario muy inteligente. Puede resolver casi cualquier problema de física, química o matemáticas en su clase, pero es incapaz hacer una presentación de cualquier tema frente a sus compañeros de clase. Recuerda el día en que su maestro de Geografía lo ridiculizó frente a sus amigos en la escuela primaria.
- Alberto, recuerda de manera recurrente cuando vio a sus padres haciendo el amor y se quedó con esa imagen. De tal surte qué hasta el día de hoy, cada vez que intenta estar con una pareja, siente que está haciendo algo malo, pues su experiencia de la infancia, le ha causado problemas con todas sus parejas sexuales. Por cierto, sus padres, nunca supieron que él los vio realizando ese acto íntimo.
Todos los seres humanos, en algún momento de nuestras vidas, hemos pasado por situaciones vergonzosas como les ocurrió a Felipe y Alberto. Las emociones están ahí, para ser sentidas. El problema no es sentir las emociones, el peligro se presenta cuando las emociones dominan nuestra vida e incluso nos traen muy malos recuerdos e incapacitan a muchas personas a vivir su vida cotidiana.
La vergüenza puede vivirse como un estado emocional intenso y pasajero, pero también como un estado emocional crónico y duradero que se activa cuando pasamos nuevamente por situaciones similares al evento original que lo ocasionó. Le llamo impronta emocional. Así, el cerebro deja grabada una memoria celular, fisiológica, psicológica y conductual como un circuito neural repetitivo. La vergüenza se conoce como una emoción social o una emoción de autoconciencia, la razón de esto es que son producto de la interacción social.
Contenido
Vergüenza, una emoción social
Las emociones no son ni buenas ni malas. Cumplen simplemente una función adaptativa. Sin embargo, con propósitos pedagógicos se les clasifica como positivas o negativas para poder analizarlas.
El Psicólogo Paul Ekman fue el pionero en señalar lo que denominó emociones básicas: Alegría, Asco, Ira, Miedo, Sorpresa y Tristeza. Coincidió con Charles Darwin el padre de la Teoría de la Evolución de las Especies, que su origen era biológico, que no se debían a la influencia de la cultura como lo suponían los antropólogos culturales como Margaret Mead y por tanto eran involuntarias, inconscientes y universales.
La vergüenza se considera una emoción social, derivada de las emociones básicas.
Las emociones sociales se experimentan con otras personas, no son innatas, se aprenden en la interacción social en la sociedad, a través del contacto con: la familia, la escuela, los amigos, los compañeros de trabajo, los medios de difusión y las instituciones, es decir, no se nace con vergüenza, se aprende a sentirla en el proceso de socialización.
Muchas de nuestras reacciones dependerán de nuestra historia de vida, los acontecimientos de la vida cotidiana o los psicotraumas. Hay personas perfeccionistas que sentirán vergüenza si en su autopercepción no hacen un trabajo de excelencia y se sentirán avergonzados.
Definiciones de vergüenza
Explorar las definiciones conceptuales sobre la vergüenza, nos lleva no solo a descubrir su función polisémica como una emoción social o autoconsciente, o un sentimiento, sino también a identificarla en su contexto cultural como lo podemos ver en la descripción mediante sinónimos que se hace de ella en España Bisquerra y Laymuns, y en USA Daniel Goleman. Así como también por la descripción asociada a conductas: deshonrosas, ridículas, presuntuosas, indecorosas, impropias socialmente, que producen una desadaptación en las relaciones sociales y en las interacciones sociales, que producen miedo, son mal vistas y causan turbación y humillación.
Vergüenza (shame) EMOCION AUTOCONSCIENTE desagradable que surge de la sensación de que hay algo deshonroso, ridículo, presuntuoso o indecoroso en la conducta o circunstancias propias. Por lo común se caracteriza por un retraimiento del intercambio social, por ejemplo, ocultando o distrayendo la atención de otra persona sobre la acción vergonzosa de uno, lo que puede tener un efecto profundo en la adaptación psicológica y en las relaciones interpersonales. La vergüenza puede motivar no sólo un comportamiento elusivo, sino también una ira defensiva relativa. En las investigaciones psicológicas, se informa una y otra vez que existe una relación entre la propensión a la vergüenza y todo un conjunto de síntomas psicológicos, incluida la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios, la sociopatía subclínica y la baja autoestima (APA, 2010, pág. 564).
Para June Tangney de la Universidad de George Mason (2019) la vergüenza es un sentimiento que constituye un fenómeno emocional concomitante a la autoinculpación (Kämmerer, 2019, pág. 16).
Vergüenza. Es una emoción social… un sentimiento penoso de pérdida de dignidad, por alguna falta cometida por uno mismo. Miedo a ser mal visto, o mal mirado. Turbación humillación. Conviene distinguir entre dos tipos de vergüenza: 1) la que se experimenta a causa de haber realizado actos moralmente indignos (en inglés shame). 2) la que se experimenta ante situaciones embarazosas que conllevan el peligro de ser criticado por los demás o de hacer el ridículo (en inglés embarrassment). Es interesante observar qué en el primer caso, si no se tiene vergüenza se habla de un sinvergüenza. En cambio, en el segundo caso, una persona que se encuentra en una situación embarazosa no es un sinvergüenza. Para distinguir entre las dos formas de vergüenza se puede utilizar para el segundo caso embarazo y sus derivados (Bisquerra & Laymuns, 2018).
En la denominada galaxia de las emociones propuesta por Punset & Bisquerra, podemos distinguir que está asociada con: la timidez, el embarazo (vivir o experimentar una situación embarazosa), bochorno, sonrojo, ridículo, pudor, recato, culpa, arrepentimiento y corte (Punset & Bisquerra, 2017, pág. 108). Y, por vivirla de manera indirecta a través de las neuronas espejo: la vergüenza ajena, en México la conocemos también como experimentar o sentir: “pena ajena”. También se conoce como vergüenza compartida, sobre todo cuando nos sentimos unidos a una persona, y nosotros no somos directamente los inculpados, pero convivimos con los inculpados.
En su libro la inteligencia emocional, Daniel Goleman, describe la vergüenza mediante otros conceptos como: culpabilidad, molestia, disgusto, remordimiento, humillación, arrepentimiento, mortificación y constricción (Goleman, 1995, pág. 332).
¿Qué nos hace sentir vergüenza?
Cuando realizamos actos que socialmente rompen las reglas sociales (robar, engañar, entrar a un lugar donde no teníamos permiso) o van en contra de nuestro comportamiento habitual, nos hace sentir vergüenza.
Algunos estímulos que la disparan son: las burlas, una caída inesperada a la mitad de un importante evento, ser regañado frente a otras personas, contar un chiste malísimo donde nadie se ríe, las miradas o comportamientos reprobatorios de los demás, abrir la computadora personal en una junta de la empresa y de manera simultánea se active un video XXX, encontrar en el teléfono de nuestros padres una comunicación erótica, felicitar a los dolientes en un sepelio, dar una respuesta incorrecta ante una pregunta muy obvia, que se nos descosa el pantalón en la mitad de un baile o ir acompañado de alguien que haga algún acto indebido y nos haga sentir mal, son disparadores de sentir vergüenza propia o ajena. Y, es justo en ese momento cuando deseamos desaparecer de la faz del planeta y quisiéramos aparecer en un lugar seguro y muy lejano.
Según la filósofa Hilde Landweer, de la Universidad Libre de Berlín, deben cumplirse al menos dos requisitos para que la persona se avergüence: 1) debe reconocer que existe una norma para la situación en la que se encuentra en esos momentos, y 2) debe aceptarla y considerarla como un comportamiento vinculante. Solo entonces, algo le podrá resultar realmente incómodo (Kämmerer, 2019, pág. 14).
¿Por qué nos avergonzamos?
Desde el punto de vista de la biología evolutiva y la psicología emocional, la razón de la vergüenza se encuentra, sobre todo, en su función adaptativa: nos conciencia de las normas y opiniones de los demás y, de esa manera, funciona como una suerte de cemento social (Kämmerer, 2019, pág. 16).
La comorbilidad de la vergüenza
Cuando la vergüenza nos invade, se presentan otras condiciones asociadas tales como: síntomas psicológicos, incluida la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios, la culpa, la sociopatía subclínica, la baja autoestima, percibimos la realidad con un prisma negativo.