Razonamiento emocional: cuando usamos una emoción para justificar cualquier cosa
Las emociones son esenciales para el comportamiento de todos los animales, sobre todo para el ser humano. Nos ayudan a reaccionar de forma efectiva a las señales que nos llegan de nuestro entorno. Sin embargo, en algunas situaciones pueden darnos información incorrecta y llevarnos a actuar en contra de nuestros propios intereses. Lo que se conoce como razonamiento emocional es una de las formas en que esto ocurre.
En este artículo veremos de forma detallada qué es el razonamiento emocional, además de sus causas, consecuencias y estrategias de afrontamiento.
Contenido
¿Qué es el razonamiento emocional?
En una situación específica, el razonamiento emocional es el proceso mental en el que las emociones, en lugar de la lógica, guían el pensamiento y el comportamiento de una persona (Lemos Hoyos, Londoño y Zapata, 2007). En otras palabras, cuando ocurre el razonamiento emocional, las emociones se convierten en el principal impulsor de las acciones de una persona.
El razonamiento emocional es el proceso mental en el que las emociones, en lugar de la lógica, guían el pensamiento y el comportamiento de una persona
Cuando las emociones afectan el pensamiento y procesamiento de una persona, es lo que llamamos el razonamiento emocional (Agudelo Peñalosa et al., 2020). Esta forma de raciocinio puede afectar negativamente la forma en que una persona ve la realidad, cambiar su perspectiva y dificultar la toma de decisiones que, de forma normal, no tendría tantos problemas.
En el razonamiento emocional, tomamos una emoción y la usamos para explicar toda nuestra realidad (Martín, 2009). Todo el mundo es injusto conmigo, por lo que siento enojo. Cuando nos emocionamos tanto que no podemos pensar, este proceso también ocurre al revés. Siguiendo el mismo ejemplo, sentimos una rabia elevada, que actúa como un torrente descontrolado sobre los demás o sobre nosotros mismos. Sin embargo, podemos aprender a escuchar nuestras propias emociones, comprenderlas y usarlas para mejorar. Es necesario encontrar un equilibrio entre nuestra razón y nuestra emoción.
Algunos ejemplos de este especie de sesgo o distorsión cognitiva, serían los siguientes (Agudelo Peñalosa et al., 2020):
- Decidir quedarse en una relación tóxica: muchas veces, las personas deciden quedarse en una relación tóxica por emociones como el miedo a la soledad, el amor o la esperanza de que las cosas mejoren. El razonamiento emocional puede mantener a alguien en una relación tóxica, a pesar de que la lógica siempre aconseja que se aleje de ella.
- Realizar compras impulsivas: cuando una persona tiene estrés o estados de ánimo negativos, puede hacer compras impulsivas para aliviar sus sentimientos. El razonamiento emocional le dice que encontrará alivio temporal, a pesar de que la razón sabe que esto no arreglará ningún problema a largo plazo.
- Justificar malas conductas: en ocasiones, las personas pueden justificar sus malas conductas porque se sienten respaldadas por sus emociones. La lógica dice que debe reconocer que está en lo incorrecto, pero el razonamiento emocional dice que tiene una razón para su comportamiento.
Además, es importante destacar que la terapia cognitiva, desarrollada por Aaron Beck en los años 70, se basa en el razonamiento emocional (Lemos Hoyos, Londoño y Zapata, 2007). Sus teorías y métodos nos ayudan a comprender mejor este tipo de mecanismo tan poco saludable.
Consecuencias del razonamiento emocional
Cuando caemos en la trampa de este molesto sesgo cognitivo, llegamos a conclusiones que parecen verdaderas sin seguir una secuencia de razonamiento lógico, sólo prestando atención a nuestros sentimientos.
Este proceso de razonamiento emocional puede tener varias consecuencias negativas, como aumentar la frecuencia de emociones desagradables e innecesarias, limitarnos y llevarnos a comportarnos de forma poco adaptativa ante las situaciones, ser incongruentes con nuestros valores, dificulta que nos comportemos de manera asertiva, e incluso puede provocar que otras personas utilicen el chantaje sin darse cuenta conscientemente (Agudelo Peñalosa et al., 2020).
En ocasiones, lo que no se hace puede ser otra de las consecuencias de este sesgo (Martín, 2009). La procrastinación es un fenómeno interesante del razonamiento emocional. Cuando posponemos tareas que nos preocupan o molestan en lugar de enfrentarnos a ellas, es porque el mundo puramente emocional e instintivo también está dominando al individuo.
Además, si razonamos emocionalmente, es bastante común que juzguemos la conducta o emociones de los demás en base a cómo nos sentimos nosotros (Lemos Hoyos, Londoño y Zapata, 2007). Se le atribuirá el mismo significado a su vivencia que a la nuestra, y esta proyección puede causar muchos malentendidos y conflictos con las personas de nuestro entorno. Por ejemplo, es posible que alguien en una situación similar no sienta miedo sino curiosidad, y comprender que su experiencia es diferente nos permite ajustar nuestras percepciones.
Afrontamiento del mecanismo de razonamiento emocional
Para el afrontamiento, tenemos varios consejos que pueden ser de alto valor. Por una parte, identifica situaciones en las que estás utilizando el razonamiento emocional (Agudelo Peñalosa et al., 2020). Observa si experimentas emociones con demasiada frecuencia, si hay situaciones en las que no puedes actuar como quieres por tus afectos, si sientes que sueles ceder o adaptarse a lo que los demás esperan de ti… Analiza estas circunstancias, porque es posible que en algunas de ellas estés siguiendo este patrón.
Otra de las opciones que proponemos para ir en contra de este razonamiento es buscando explicaciones diferentes a las emociones que sientes (Lemos Hoyos, Londoño y Zapata, 2007). Por ejemplo, si otras personas te han molestado, puede deberse a que estaban pasando por un mal momento, a que tienen una perspectiva diferente de las cosas o a que ha habido un malentendido. Si te sientes desanimado, puede ser por un día agotador o por haber visto una triste película.
Intenta también actuar de forma congruente no con la emoción, sino con la situación (Agudelo Peñalosa et al., 2020). Si piensas que no has actuado mal, no pidas perdón; si crees que tu ira no es justa, expresa tus sentimientos, pero no culpes a otras personas de tus emociones. Esto significa que puedes intentar comportarte como lo harías si no estuvieses sintiendo esa emoción que, como sabes, te manda un mensaje equivocado.