Realismo ingenuo: mi realidad es la realidad de todos

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El sesgo del realismo ingenuo es una tendencia cognitiva que lleva a las personas a creer que perciben la realidad de manera objetiva y sin sesgos, y que aquellos que no comparten su perspectiva deben estar mal informados, ser irracionales o tener algún tipo de prejuicio. Este sesgo se basa en la idea de que nuestra propia visión del mundo es precisa y refleja la realidad tal como es, mientras que las percepciones de los demás, que difieren de las nuestras, son incorrectas o distorsionadas.

En este artículo veremos con detalle en qué consiste el sesgo del realismo ingenuo, además de sus causas y sus implicaciones.

Contenido

¿En qué consiste el sesgo del realismo ingenuo?

El sesgo del realismo ingenuo es un concepto de la psicología cognitiva que describe la tendencia de las personas a creer que perciben el mundo exterior y los eventos de manera objetiva y exacta, mientras que las percepciones de los demás están sujetas a distorsiones, influencias emocionales, y sesgos. En esencia, este sesgo sugiere que los individuos asumen que su propia visión de la realidad es la verdadera y que las diferencias en las percepciones de los demás se deben a errores, falta de información o irracionalidad.

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Sin embargo, la realidad no es independiente de quien la observa; la realidad es construida. La realidad no se hace de forma azarosa, sino que responde al esquema de las personas. Además, estamos sometidos a sesgos perceptivos: cada uno ve lo que quiere ver. Pensamos que la realidad es lo que vemos nosotros y no los demás, pensamos que es la única realidad que existe, y eso es peligroso porque voy a tener pensamientos extremos; en esto consiste el realismo ingenuo.

La realidad no es independiente de quien la observa; la realidad es construida

El realismo ingenuo define un tipo de sesgo centrado en uno mismo, por lo que está alrededor del egocentrismo. Es creer que somos capaces de percibir la realidad tal y como es, sin prejuicios, falsedades o dobles sentidos. Son personas que ignoran otras perspectivas y posibilidades y solo creen en su propio punto de vista. Pensamos que nuestra percepción refleja a la perfección la realidad (que somos objetivos, los más realistas), pero que los demás no.

La filosofía de la percepción es la fuente del realismo ingenuo. De acuerdo con este marco, algunas personas aplican un tipo de conciencia que les hace pensar que todo lo que perciben a través de sus sentidos (junto con la interpretación que hacen de cada estímulo) es un reflejo de la autenticidad del mundo exterior. De manera clara, la persona afirma que lo que percibe o experimenta es la única verdad.

A la hora de explicar el carácter de las experiencias verídicas, los teóricos del realismo ingenuo asignan un papel explicativo importante al propio mundo. Según ellos, el carácter fenomenológico de las experiencias verídicas juega un papel epistemológico porque posicionan al sujeto para conocer las características de su ambiente.

Parece que el realismo ingenuo y la noción de que las apariencias son conflictivas no funcionan bien juntos. Hay una serie de argumentos que pretenden concluir que el realismo ingenuo es falso, basados en la intuición de que las cosas no siempre se nos aparecen como son. La naturaleza de la experiencia perceptual ha sido objeto de un extenso debate como resultado de estos argumentos. En lugar de llegar a un consenso, la discusión ha generado una variedad de opiniones, algunas de las cuales no están de acuerdo en cuanto a la percepción.

Implicaciones del realismo ingenuo

Según Angela Duckworth, una psicóloga y divulgadora de la Universidad de Pensilvania, las personas suelen confundir su punto de vista subjetivo con la realidad universal y objetiva, implicación del realismo ingenuo; y no, no es idéntico.

Estamos tan implicados y confiados en nuestra subjetividad que con frecuencia vivimos en una completa irrealidad. Quedamos encallados porque no reconsideramos nuestras opiniones, no aceptamos que nuestras creencias pueden estar equivocadas o no entendemos que siempre es bueno abrirse a otras perspectivas. Hace que nos quedemos aislados en un mundo ficticio.

Estamos tan implicados y confiados en nuestra subjetividad que con frecuencia vivimos en una completa irrealidad

La estrategia de Logue (2012) es reconocer que el realismo ingenuo es compatible con el hecho de que el carácter fenoménico de la experiencia verídica está determinado o constituido por el estado de las cosas en el mundo y sus propiedades. Por lo tanto, el carácter fenoménico podría ser algo más que el estado de las cosas en el mundo, pero sin perder la conexión con el mundo.

Cómo evitar el sesgo del realismo ingenuo

Las cosas no son negras o blancas. En realidad, todo en el mundo es gris. Una idea no será verdadera solo por ser defendida con fuerza. No es por mi voluntad que ciertas situaciones ocurren de una manera específica y no de otra. La vida, la realidad que observamos y que sucede en cada momento, es inestable, fluctúa, se mueve y se transforma.

El realismo ingenuo, como gran parte de los sesgos que se adhieren a nuestra mente, nos impiden avanzar. No son beneficiosos ni aportan nada a nuestra vida. De esta manera, la humildad intelectual es una estrategia útil que nunca falla y que deberíamos inculcar ahora mismo en nuestro cerebro. Es un mecanismo adecuado para recordarnos que todos somos falibles. Además, es bueno escuchar otras perspectivas además de la nuestra.

Además, hemos de tener en cuenta otros aspectos además de nuestra propia subjetividad para no caer de lleno en el realismo ingenuo:

  • Tener en cuenta y ser conscientes de que todos nos equivocamos.
  • Nuestra verdad no es la única que existe.
  • Las verdades absolutas tienen su parte negativa; no todo puede ser siempre como nosotros queremos o creemos.
  • Necesitamos tener sentido crítico y autocrítico para adquirir la capacidad de reflexionar, relativizar y estar abiertos a todas las perspectivas existentes.

El concepto del realismo ingenuo se relaciona con otros sesgos cognitivos, como el efecto Dunning-Kruger (sobreestimación de la propia competencia) y la falacia de la transparencia (creencia de que nuestras emociones o intenciones son obvias para los demás), subrayando cómo nuestra comprensión de la realidad y de nosotros mismos está mediada por limitaciones cognitivas y perceptuales.

Reconocer la existencia de este sesgo en nosotros mismos puede ser un primer paso importante para mejorar nuestra comunicación y relaciones, fomentando un esfuerzo consciente para ver las situaciones desde múltiples perspectivas.

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