Responsabilidad afectiva, ¿de qué se trata?

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“Solo dejó de hablarme de un día para el otro luego de salir por meses, sin ninguna explicación”. “Me importa, pero no sé si lo amo, se lo expliqué y enfureció, le generé falsas expectativas”. “Me lo dijo y dolió tanto como una puñalada, cambia muy rápido de parecer”. Estas frases que seguro a todos nos recuerdan una situación que vivimos o de la que fuimos testigos, tienen algo en común: falta de responsabilidad afectiva por alguna de las partes de un vínculo. Ahora bien, ¿alguna vez escuchaste acerca de este concepto que día a día se hace más popular? Si no lo hiciste, sigue leyendo, este artículo tiene todo lo que necesitas saber.

Contenido

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

Ser responsable afectivamente implica tener consciencia del impacto que puede tener lo que decimos y hacemos en otras personas al relacionarnos con ellas. Nuestro comportamiento tendrá siempre consecuencias sobre los demás, afectará su estado emocional y esto podría ser para bien o mal.

Es un error común creer que la responsabilidad afectiva implica que debemos poner las necesidades de los otros por sobre las nuestras constantemente. Esto, sin embargo, no es así. Lo que se busca es construir relaciones más equitativas y respetuosas. Es fundamental tener presente que, al relacionarnos con los demás, generaremos en ellos una reacción, que será negativa o positiva. De no olvidar esta cuestión, podremos empezar a practicar esta responsabilidad que se aplica no solo a relaciones amorosas, sino a cualquier tipo de vínculo.

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Estas ideas tienen como propósito desarrollar la madurez que se necesita para así poder asumir nuestras responsabilidades, corregir nuestros errores y lograr establecer vínculos más sanos y duraderos. Es sumamente necesario no ignorar la influencia que podemos llegar a tener sobre aquellos que se encuentran a nuestro alrededor.

Decir qué necesitamos, generar acuerdos y ser empáticos, son pilares de la responsabilidad afectiva. Se propone este concepto construir vínculos afectivos que promuevan la igualdad.

Ser responsable afectivamente en 7 pasos

Hasta aquí hemos definido a qué se refiere este concepto. Ahora, desde la teoría todo parece sencillo, pero ¿qué acciones podemos tomar para ser responsables afectivamente en nuestro día a día? Aquí les dejamos algunos tips para poder lograrlo.

  • Comunicarnos de forma sincera: expresar nuestros sentimientos, también nuestro punto de vista en cualquier situación particular, ante actitudes o palabras de los demás. Decir lo que realmente sentimos y ser honestos con nosotros mismos es el primer paso para pedir honestidad en los demás.
  • Reconocer el impacto de nuestros actos sobre las demás personas: palabras o silencio, actuar o dejar de actuar, toda decisión que tomemos impactará en cualquier persona con la que establecemos un vínculo. No implica culparnos por lo que les suceda a los demás ante lo que hacemos, sino más bien asumir responsabilidad por ello.
  • Establecer límites: poner un freno, decir “hasta aquí y ya”. Trazar límites es fundamental al momento de buscar establecer relaciones sanas. Un vínculo sin límites será sin dudas problemático, los roles se confundirán y derivará en conflictos. Los límites hacen bien y es una idea que hay que asimilar.
  • Mostrarnos como realmente somos: desde un principio siempre deberíamos mostrar nuestro verdadero yo a los demás, sin cambiar nuestras maneras y actos por querer impresionar o agradar. Estas cuestiones tarde o temprano saldrán a la luz y sabrán que fueron engañados. Una mentira nunca puede derivar en algo bueno.
  • Entender que los demás no son nuestra propiedad: respetar la integridad y decisiones de los otros. Las otras personas, como nosotros mismos, debemos por derecho gozar de libertad, no deberíamos jamás tomar decisiones por otros o dejar que personas con las que nos relacionamos (por más cercanas que sean) tomen las riendas de nuestras vidas. La clave está en no cosificar, escuchar y dar lugar a los demás para no tomarlos como si fueran nuestras pertenencias.
  • Revisar los errores propios: revisar aquello en lo que fallamos y ser responsables por las consecuencias de nuestros actos, para así tomar consciencia de qué fue lo que hirió a los demás, no repetirlo y reflexionar sobre ello.
  • Trabajar la empatía: ponerse en el lugar del otro, comprender qué le sucede o por lo que está atravesando es fundamental al momento de intentar ser responsables afectivamente y pedir lo mismo a los demás. Así podremos saber de qué forma es adecuada comportarse y cómo no hacerlo.

Habiendo repasado qué deberíamos hacer para ser afectivamente responsables, podríamos también decir qué es lo que no se debe hacer si buscamos relaciones sanas y comprensivas. Romper acuerdos, desaparecer de la vida de alguien sin darle explicación, engañar, ignorar lo que nos comunican las personas con las que nos relacionamos, traspasar límites, son solo algunos ejemplos de aquello que no deberíamos hacer si buscamos poner en práctica nuestra responsabilidad afectiva. También esta guía es muy útil para pensar: “¿son mis vínculos afectivamente responsables conmigo?”, una reflexión sumamente necesaria si queremos mantener relaciones duraderas y sanas.

Beneficios de ser responsables afectivamente

Si bien crear vínculos en los que abunde la responsabilidad afectiva no va a impedir que nos hagan daño, sí podemos asegurar que sus ideas se esclarecerán y podrán tener capacidad de ver quién es responsable afectivamente con ustedes y quién no, permitiéndoles discernir entre vínculos sanos y dañinos, para dejar atrás a quienes les hacen mal.

De empezar a poner en práctica la responsabilidad afectiva, les aseguramos que notarán un incremento en su autoestima, notarán que podrán gestionar y entender de mejor forma sus propias emociones, serán personas más empáticas y tolerantes, abiertas a escuchar a los demás y comprenderlos, y (lo que para mí personalmente es fundamental) desarrollarán armas para poder detectar abusos emocionales y hacerles frente para poner un punto final a esas situaciones.

Debemos destacar que, como anteriormente mencionamos, no hay que dejarnos confundir y caer en la impresión de que la responsabilidad afectiva solo importa en vínculos románticos o relaciones sexoafectivas, con nuestras amistades, familiares y hasta vínculos laborales deberíamos de poder poner en práctica esta responsabilidad, que es indispensable al momento de crear lazos basados en el cuidado y respeto mutuo.

Y tú, ¿qué estás esperando para poner en práctica tu responsabilidad afectiva?

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