Saber decir adiós como crecimiento personal

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Saber decir adiós: tomar conciencia con la realidad

Saber decir adiós, en muchas ocasiones, supone una toma de conciencia con la realidad. Algunas personas, por miedo, por apego, por dependencia o por negación, siguen aferradas en expectativas que ya no les generan ningún beneficio. Por ello, es tan importante saber decir adiós de forma psicológica y emocional como proceso interno, auténtico y genuino. Concienciarse de un adiós no consiste solamente en saber que algo ha ocurrido, sino en interiorizarlo y que, en cierta medida, deje de afectarnos en nuestro día a día.

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Adiós a un familiar

Cuando un familiar fallece se trata de un adiós a nivel físico definitivo. Sabemos que no volveremos a verle, sin embargo, sí estará en nuestros recuerdos. Todo fallecimiento conlleva un duelo, por lo que es necesario pasar por él y tomarnos nuestro tiempo. El contratiempo surge cuando seguimos aferrados en la negación o en el «porqué». Aunque quizá suene un poco frío, desde la psicología se invita a la persona o las personas a intentar evitar pensamientos rumiantes.

¿Cuáles son estos pensamientos? Por ejemplo: «¿Por qué a él?», «Si hubiéramos estado más pendientes», «si esto hubiera sido de otro modo»… Este tipo de pensamientos rumiantes son muy normales. Nos cuestionamos todo aquello que ha sucedido e intentamos, a posteriori, detallar todo aquello que hubiera podido evitar el fallecimiento. Sin embargo, este tipo de pensamientos lo único que consigue es que nos obsesionemos y neguemos un hecho irreversible.

Lo fundamental es no alargar este tipo de pensamientos en el tiempo y entrar en el proceso de aceptación. Por muchas preguntas que nos hagamos, la situación no va a cambiar. Sí es cierto que podemos querer saber las causas, la razón y otras cuestiones. Sin embargo, lo importante, es no dilatar en el tiempo los pensamientos rumiantes. Pero, ¿qué es realmente la aceptación? Al final del artículo nos adentraremos en este proceso.

Adiós a una relación de pareja

¿Cuántas parejas siguen por monotonía? ¿Y por dependencia y apego? ¿Cuántas parejas en lugar de sumar se restan entre ellos? Cuando en una relación, el día a día suele ser el conflicto, el pasotismo o cualquier otro aspecto negativo, quizá sea momento de replantearse las cosas. La idea del príncipe azul y de que el amor romántico es para siempre, es una idea caduca. La duración de una pareja es indeterminada, del mismo modo que pueden durar unos meses, puede durar toda una vez.

La clave es que durante la relación, las aportaciones de ambos sean positivas, exista el respeto y una buena convivencia. Cuando esto no es así, se alarga en el tiempo y nuestro estado anímico y psicológico va cuesta abajo… algo está ocurriendo. Obscecarse en mantener una relación de pareja puede ser contraproducente, por ello también es importante saber decir adiós si las circunstancias así lo indican.

Dejar ir a una persona con la que ya no hay compenetración, al comienzo puede ser doloroso, pero a la larga observaremos que volvemos a ser nosotros. Es importante saber que si nos preocupamos por nuestro crecimiento personal, tener a una persona al lado que solo se dedique a restar o que sea un «vampiro emocional», no nos ayudará en nada. Por ello, saber decir adiós puede suponer un paso tan importante hacia nuestro crecimiento interior.

Adiós a una amistad

Este es un caso más complejo. Quien hoy es nuestro «enemigo» mañana puede ser nuestro «amigo» y viceversa, por lo que no se puede hablar desde términos absolutos. Desde la psicología budista afirman exactamente lo mismo. La vida está llena de giros inesperados y, sobre todo, depende también de nuestra actitud. Sin embargo, en momentos puntuales, podemos tener una gran y fuerte discusión con quien considerábamos nuestro amigo.

psicologia budista

Una sensación de traición, o ingratitud, o simplemente de indiferencia puede invadirnos. Dialogar suele ser el camino más acertado, pero tampoco podemos forzar una amistad que sentimos que se está desvaneciendo. Por otro lado, tampoco se trata de obligarnos ni a ser amigos o enemigos. Si bien es cierto, que cuando una amistada en lugar de aportarnos, también comienza a restar, quizá es momento de pensar en decir adiós. Aunque en este caso podría ser un adiós temporal.

Intentar buscar la calma, la cordura y la cordialidad desde la ira, el rencor y la rabia no es buena idea. Por lo que alejarse un tiempo, serenarse y dejar que se enfríe aquello que tanto nos dolió puede ser el mejor paso a dar. Con el tiempo y nuestra actitud (y la de nuestro amigo), sabremos si se trata de un adiós temporal o definitivo. A pesar de ello, todos hemos sido testigos de amistades que se han ido desvaneciendo poco a poco con el paso del tiempo. Quien más o quien menos nos hemos sorprendido con una expresión muy típica: «con lo bien que me llevaba con mi amigo y hace años que no sé nada de él».

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Adiós a un lugar

Muchas familias, parejas o personas en solitario, se han visto obligadas a salir de su país en busca de oportunidades laborales. Para algunos es todo un reto y una motivación. Para otros supone una experiencia complicada. Despedirse de sus familiares y amigos no resulta fácil para una gran cantidad de personas, sin embargo, saben que, al menos, durante un tiempo es necesario cambiar de aires para tener un trabajo.

Esta experiencia, aunque en principio para muchos pueda ser difícil, puede verse de otro modo mucho más positivo: una oportunidad de crecimiento. De cada experiencia se puede obtener un aprendizaje, por lo que si la vemos desde el punto de vista del desarrollo interior, podemos proponerlo como un reto personal. Sin duda, si lo afrontamos de este modo, la experiencia lejos de casa puede suponer todo un desarrollo interior muy importante.

«Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que tu camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias». -Kavafis, fragmento del poema «‘Itaca»-

Saber decir adiós, aceptación y crecimiento personal

Ciertas despedidas son costosas. Sin embargo, no por ello debemos dejarnos llevar por la tristeza, la rabia, la ira o la pesadumbre. Saber decir adiós como proceso psicológico nos prepara para afrontar una nueva etapa de nuestra vida con más fuerza y con más sabiduría. Las despedidas nos preparan para futuras separaciones. Nos apegamos a las personas, a situaciones, a ideas, a expectativas. Pensamos, de alguna forma, que todo estará ahí para siempre.

«Cuando te enfrentas a las energías interiores que te asustan, abruman y bloquean es importante que no te identifiques con ellas, sino que permanezcas presente con una mente observadora e imparcial». -Jack Kornfield-

Esta idea de permanencia es la que nos causa dolor. Sabemos que perderemos a familiares, pero no acabamos de creerlo. Nos negamos a finalizar una relación. Impedimos nuestro desarrollo en otro país por apego a nuestra ciudad. Es por ello tan importante mentalizarse que todo está en permanente cambio. Que algo sea de una forma concreta hoy, no significa que mañana sea igual.

La aceptación del concepto de impermanencia nos ayuda a sobrellevar mucho mejor las despedidas. Si aceptamos que la vida está en continuo cambio, psicológicamente seremos mucho más resistentes a la adversidad. Lo que no quiere que queramos menos a un familiar si fallece, pero podemos aprender a llevar mejor su pérdida. Sin duda, saber decir adiós, es un proceso de crecimiento más importante de lo que parece.

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