Síndrome del domingo: cómo evitarlo

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Síndrome del domingo y pensamientos anticipatorios

También se conoce como síndrome del domingo por la tarde, ya que después de comer empezamos a encontrarnos más desanimados, tristes y apáticos. Pero, ¿por qué ocurre esto? Una de las razones que cobran más peso son los pensamientos anticipatorios de la semana siguiente. Se trata de que comenzamos a pensar en todo aquello que tenemos por delante: madrugar, atascos, los jefes, la cantidad de trabajo, los compañeros… Todo aquello que nos genere más malestar es a lo que le damos más vueltas y lo vivimos como si ya fuera lunes. Adelantamos aquello que no nos gusta y lo sentimos de forma intensa sin necesidad de que llegue el lunes.

Pero, ¿qué podemos hacer para evitar esta sensación de desánimo? Entran en juego diferentes factores, del mismo modo que los pensamientos anticipatorios nos impiden disfrutar del domingo, también influye cierta incapacidad para organizar nuestro tiempo de ocio. A continuación, abordaremos qué podemos hacer para que el síndrome del domingo nos afecte lo menos posible.

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Planificar nuestro tiempo de ocio

Los días laborales suelen estar bastante estructurados. Nos levantamos, desayunamos, vamos a trabajar, volvemos a casa, comemos, descansamos y dedicamos la tarde al gimnasio, a estudiar, o a cualquier otra cosa. Los que trabajan con horario partido pasan prácticamente todo el día en el trabajo, por lo que tienen el día todavía más estructurado. Ahora bien, llega el fin de semana y disponemos de dos días libres por delante. La estructuración de la semana choca con la libertad del fin de semana y, en muchos casos, no sabemos muy bien qué hacer. La incapacidad para planificar nuestro tiempo de ocio favorece la aparición del síndrome del domingo.

Así pues, vamos a comenzar a planificar nuestros días libres. Es importante resaltar que planificar no significa que debamos estar siempre ocupados. Aprender a «no hacer nada» es fundamental. Pasar el día ocupado y haciendo cosas puede ser agotador, por eso es importante aprender a relajarse sin hacer nada. Pero, ¿qué ocurre? Que nos enseñan desde pequeños que si no hacemos nada, si no producimos, si no generamos «algo», somos vagos.

Vivimos en una sociedad mercantil donde se nos suele valorar por lo que generamos, por ello, cuando estamos parados sin hacer nada nos sentimos mal. Nos invade el pensamiento de que podríamos estar aprovechando el tiempo. Por ello, uno de los puntos importantes que trataremos es aprender a no hacer nada.

Mujer Toma Cafe Triste

Aprender a no hacer nada: el momento presente

Cuando vemos un documental sobre animales, en muchas ocasiones los podemos observar tumbados bajo un árbol sin hacer nada, tan solo descansar. ¿Por qué no nos permitimos descansar? ¿Qué hay de malo en sentarnos en el sofá, respirar y aprender a relajarnos? Como afirma el maestro budista zen Thich Naht Hanh: «cuando aprendemos a detenernos y a estar verdaderamente conscientes del momento presente, entramos en contacto con lo que está sucediendo en nuestro interior y a nuestro al rededor. No nos dejamos arrastrar por el pasado, el futuro ni por nuestros pensamientos, ideas, emociones o proyectos«.

Por eso es tan importante aprender a sentarnos y estar en el momento presente, sin irnos al pasado o al futuro. De esta forma, estaremos entrenando nuestra mente para controlar los pensamientos anticipatorios. Aunque nos parezca algo fuera de nuestro alcance, la atención se puede entrenar y de la misma forma que nuestros pensamientos se van al resto de la semana, podemos hacer que permanezcan en el presente. Cuando no hacemos nada en realidad hacemos mucho: estar con nosotros mismos y calmar nuestro cuerpo y nuestra mente.

Además, es importante señalar que cuando no hacemos nada la mente se vuelve más creativa. Es cierto que existe la creencia que la imaginación y la creatividad pueden fomentarse, pero sin tiempo libre la mente no crea. Si siempre mantenemos la mente ocupada en una u otra actividad, no le damos tiempo ni espacio a que surjan nuevos pensamientos. Así pues, otra de las formas para que el síndrome del domingo no se apodere de nosotros es estar presente en el domingo. Y si permitimos que surja nuestra creatividad, hasta podemos realizar actividades nuevas.

Vive los siete días de la semana

Este es un factor importante a tener en cuenta. Desde que empieza la semana, esperamos con ansias la llegada del viernes para salir por la puerta del trabajo y «olvidarnos» de todo – o eso pretendemos-. Pero, ¿qué pasa en el día a día? De alguna forma, reservamos el fin de semana para las actividades más placenteras y olvidamos que entre semana también podemos hacerlas. Cabe destacar que depende bastante del horario laboral. Pero si nos queda cierto tiempo libre también podemos salir a pasear, al cine, al gimnasio. Si no tenemos tiempo para salir de casa podemos leer, meditar, hacer ejercicio, etc. Si sólo vivimos los fines de semana y nos olvidarnos de nosotros el resto de la semana, sin duda, estaremos comprando muchas papeletas hacia la infelicidad.

Esperar a que llegue el fin de semana para disfrutar es un error que nos impide vivir el día a día. Sentarnos 15-20 minutos a meditar todos los días, salir a pasear 40 minutos, dedicarnos a un hobby, ir al gimnasio una hora… En realidad, si nos organizamos bien, podemos realizar bastantes actividades entre semana que nos ayuden a relajarnos y a sentirnos más plenos. Dejar que nuestra felicidad dependa del fin de semana sólo nos llevará a desperdiciar cinco días estupendos para aprender y descubrirnos.

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