Top 5 compositores soviéticos parte 2

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#6. Nikolái Rimski-Kórsakov

Nacido en una familia aristocrática, Rimski-Kórsakov mostró un interés temprano por la música. Ingresó en la Escuela Naval Imperial en San Petersburgo, donde comenzó a estudiar música de manera autodidacta. Su conexión con la música se profundizó cuando conoció a Mili Balakirev, un destacado compositor y líder del grupo conocido como «Los Cinco» (Moguchaya Kuchka).

Balakirev reconoció el potencial musical de Rimski-Kórsakov y lo alentó a seguir una carrera en la composición. Rimski-Kórsakov comenzó a estudiar en el Conservatorio de San Petersburgo en 1871, bajo la tutela de Anton Rubinstein. Durante su tiempo en el conservatorio, Rimski-Kórsakov se dedicó a perfeccionar sus habilidades como compositor y orquestador.

A pesar de su formación musical, Rimski-Kórsakov inicialmente siguió una carrera naval. Se unió a la Marina Imperial Rusa y pasó varios años navegando por los mares, experiencia que más tarde plasmó en sus obras, como en la suite orquestal «Scheherazade».

La vida musical de Rimski-Kórsakov tomó un giro significativo cuando conoció a Balakirev y se convirtió en parte de «Los Cinco», un grupo de compositores rusos que buscaban desarrollar un estilo musical distintivamente ruso. Junto con Balakirev, César Cui, Modest Músorgski e Aleksandr Borodín, Rimski-Kórsakov contribuyó a la creación de una identidad musical nacional rusa, incorporando elementos folclóricos y temáticas inspiradas en la cultura del país.

Rimski-Kórsakov se destacó como un orquestador magistral. Su habilidad para tejer texturas orquestales ricas y su uso innovador de instrumentos le valieron el apodo de «Mago Orquestal». Sus tratados sobre orquestación, como «Principios de Orquestación» (1873-1874), se convirtieron en textos fundamentales para generaciones de compositores.

Además de sus contribuciones creativas, Rimski-Kórsakov desempeñó un papel importante en la educación musical en Rusia. Fue profesor en el Conservatorio de San Petersburgo y su influencia pedagógica se refleja en la próxima generación de compositores rusos, incluidos Ígor Stravinski y Serguéi Prokófiev.

Obras destacadas de Rimski-Kórsakov:

1. «Capricho Español» (1887)

Esta obra, llena de color y vitalidad, refleja la influencia de la música española y muestra la destreza orquestal de Rimski-Kórsakov.

2. «Scheherazade» (1888)

Inspirada en Las mil y una noches, esta suite orquestal cuenta una historia a través de la música, destacando la inventiva narrativa de Rimski-Kórsakov.

3. «La Gran Pascua Rusa» (1888)

Una obra orquestal que celebra la Pascua ortodoxa rusa, con una rica paleta sonora y una expresividad emotiva.

4. «El vuelo del moscardón» de «La suite para orquesta No. 1» (1900)

Una pieza virtuosa que se ha convertido en una de las más conocidas de Rimski-Kórsakov, conocida por su energía y agilidad.

5. «El cuento del zar Saltán» (1899-1900)

Una ópera basada en un cuento de hadas, conocida por su brillante orquestación y atractivas melodías.

6. «Mlada» (1889-1890)

Una ópera colaborativa entre varios miembros de «Los Cinco», que refleja la experimentación del grupo con el género operístico.

7. «May Night» (1878-1879)

Una ópera cómica que refleja la exploración de Rimski-Kórsakov en géneros diversos dentro de la ópera.

#7. Aram Jachaturián

Jachaturián nació en una familia armenia y creció en un entorno culturalmente rico. Desde joven, mostró un interés innato por la música y la danza, influenciado por las tradiciones musicales de su tierra natal. Su familia, al reconocer su talento, lo alentó a estudiar música y en 1921 ingresó en el Conservatorio de Moscú, donde estudió composición con Nikolái Miaskovski y orquestación con Reinhold Glière.

Su conexión con el folclore armenio y caucásico se profundizó durante su estancia en el Conservatorio, y esta influencia se convertiría en una característica distintiva de su obra posterior. Su habilidad para fusionar elementos folclóricos con técnicas contemporáneas se convirtió en una marca registrada de su estilo musical.

La carrera de Jachaturián despegó con su primer trabajo importante, la Sinfonía No. 1 (1934), que reflejaba sus raíces caucásicas y anunciaba su presencia como una nueva voz en la música soviética. Sin embargo, la década de 1930 también estuvo marcada por desafíos. Fue criticado durante la campaña de Zhdánov en 1948, una serie de medidas que buscaban restringir la influencia de ciertos estilos occidentales en la música soviética.

A pesar de estos obstáculos, Jachaturián continuó componiendo y, en 1940, presentó una de sus obras más conocidas y amadas, el «Concierto para Piano en Re bemol mayor». Esta obra, virtuosa y emocionalmente intensa, consolidó su posición como uno de los grandes compositores de la Unión Soviética.

La década de 1940 fue testigo de la creación de la «Suite Masiva», que incluye fragmentos de música de varias de sus obras, incluyendo la suite de ballet «Gayane» y la suite de la película «Iván el Terrible». La «Suite Masiva» es un compendio de la maestría orquestal de Jachaturián y se convirtió en una de las obras más emblemáticas de su repertorio.

Prokófiev, Shostakóvic y Jachaturián en 1945

Un hito adicional fue la creación de la famosa «Sabre Dance» (Danza del Sable) de la suite de ballet «Gayane». Esta pieza, con su ritmo frenético y melodías cautivadoras, se ha convertido en una de las composiciones más reconocidas y queridas de Jachaturián, resonando no solo en el ámbito clásico sino también en la cultura popular.

Aram Jachaturián también dejó un impacto significativo en la música cinematográfica soviética. Trabajó en varias películas, siendo su colaboración más notable con el director Serguéi Eisenstein en las partituras para las películas «Alejandro Nevski» (1938) e «Iván el Terrible» (1944, 1958). Estas partituras no solo complementaron visualmente las películas, sino que también demostraron la capacidad de Jachaturián para capturar la esencia emocional de las imágenes en movimiento.

La conexión de Jachaturián con la danza se manifestó en varias de sus composiciones. Además de la mencionada «Sabre Dance», la suite de ballet «Gayane» incluye otras piezas animadas y rítmicas que celebran las tradiciones de danza armenias. La vitalidad de su música y su capacidad para evocar imágenes visuales a través del sonido la convierten en una elección popular para coreógrafos y compañías de danza.

Obras destacadas de Aram Jachaturián:

1. «Concierto para Piano en Re bemol mayor» (1936)

Un concierto virtuoso que destaca la expresividad emocional de Jachaturián y su habilidad para fusionar elementos folclóricos con la forma clásica.

2. «Gayane» (Ballet, 1942)

Esta suite de ballet incluye la famosa «Sabre Dance» y refleja la riqueza de las tradiciones de danza armenias.

3. «Espartaco» (Ballet, 1954)

La partitura para este ballet, que narra la historia del esclavo tracio Espartaco, presenta una mezcla de pasajes líricos y fragmentos poderosos.

4. «Iván el Terrible» (Película, 1944, 1958)

La partitura para esta película de Eisenstein captura la intensidad y la épica del reinado de Iván IV.

5. «Suite Masiva» (1941)

Una obra maestra orquestal que presenta fragmentos de varias de las composiciones más destacadas de Jachaturián.

6. «Concierto para Violonchelo en Mi menor» (1946)

Una obra emotiva y expresiva que destaca la conexión de Jachaturián con la música emocionalmente rica.

#8. Modest Músorgski

Modest Músorgski nació en una familia noble y desde joven mostró un interés por la música. Sin embargo, su educación formal en música fue limitada en sus primeros años. Ingresó en la Guardia Preobrazhensky del Ejército Imperial Ruso en 1856, donde su servicio militar no solo le proporcionó una educación general sino que también lo expuso a una amplia gama de experiencias, desde la vida en la corte hasta la observación de la realidad de la Rusia imperial.

Durante su tiempo en la Guardia, Músorgski continuó desarrollando su amor por la música de manera autodidacta. Fue en este período cuando comenzó a componer sus primeras obras, a menudo influenciado por la música folklórica rusa.

A medida que Músorgski buscaba encontrar su voz musical, se unió al círculo de compositores conocido como «Los Cinco» o «Moguchaya Kuchka», liderado por Mili Balakirev. Este grupo, que también incluía a César Cui, Aleksandr Borodín, y Nikolái Rimski-Kórsakov, compartía la visión de desarrollar un estilo musical ruso auténtico y distintivo. La asociación con «Los Cinco» marcó una etapa crucial en la vida de Músorgski, influenciando su enfoque hacia la música y proporcionándole un entorno creativo en el que explorar nuevas ideas. Aunque sus métodos compositivos eran poco convencionales y a veces desafiaban las normas establecidas, Músorgski emergió como una figura clave en la vanguardia musical rusa.

Aunque la música ocupaba un lugar especial en el corazón de Músorgski, su carrera principal lo llevó a trabajar en el servicio civil. Desempeñó diversos roles en el gobierno, incluyendo el de funcionario del Ministerio de Comunicaciones. Sin embargo, sus responsabilidades profesionales y sus desafíos personales, como la lucha contra el alcoholismo y la precariedad financiera, afectaron su salud y su estabilidad emocional.

A pesar de estos desafíos, Músorgski continuó componiendo y dejando un legado musical que, aunque no fue completamente comprendido en su tiempo, sería más tarde reconocido como una contribución invaluable a la música rusa.

Obras destacadas de Modest Músorgski:

1. «Una Noche en el Monte Pelado» (1867)

Una obra poderosa e innovadora que representa un encuentro nocturno con lo sobrenatural. Esta pieza ha sido aclamada por su dramatismo y su capacidad para evocar imágenes vívidas a través de la música.

2. «Cuadros de una Exposición» (1874)

Una de las obras más conocidas de Músorgski, esta suite para piano fue originalmente compuesta como una serie de piezas conmemorativas para su amigo, el pintor Víktor Hartmann. La adaptación orquestal posterior de Maurice Ravel ha asegurado que esta obra maestra sea apreciada en todo el mundo.

3. «Boris Godunov» (1868-1873)

Una ópera monumental que narra la vida y el reinado del zar Boris Godunov. La ópera es conocida por su complejidad vocal, su retrato psicológico profundo y su conexión con la historia rusa.

4. «Khovanshchina» (1880)

Esta ópera, que quedó incompleta al momento de la muerte de Músorgski, explora eventos históricos y políticos en Rusia durante la regencia de Sofía Alekseyevna y el zar Pedro el Grande.

5. «La Feria de Soróchintsy» (1874-1880)

Una ópera cómica que refleja la riqueza del folclore ruso y la capacidad de Músorgski para capturar la vida rural y las tradiciones populares.

6. «La Canción del Cuervo» (1877)

Una obra vocal que explora la melancolía y la resignación, mostrando la capacidad de Músorgski para expresar emociones profundas a través de la música.

7. «Canciones y Danzas de la Muerte» (1875-1877)

Un ciclo de canciones para voz y piano que aborda temas de la muerte en un estilo evocador y melancólico.

8. «Cuadros de una Exposición»: Un Paseo Pictórico en Sonidos

La composición más famosa de Músorgski, «Cuadros de una Exposición», merece una atención especial. Inspirada por las pinturas de su amigo Víktor Hartmann, esta obra para piano refleja una serie de escenas y cuadros, desde el majestuoso «Gran Puerta de Kiev» hasta el juguetón «Ballet de los Polluelos en sus Cascarones». La adaptación orquestal de Maurice Ravel ha elevado aún más esta obra maestra, haciéndola accesible a una audiencia más amplia.

#9. Aleksandr Borodín

Aleksandr Borodin nació en una familia noble, hijo ilegítimo del príncipe Luka Gedeanishvili y de la esposa de este, la princesa Evdokia Konstantinovna Antonova. Desde joven, mostró un interés tanto por la música como por la ciencia. Ingresó en la Universidad de Medicina de San Petersburgo en 1850, graduándose como médico en 1856. Paralelamente, estudió química y se convirtió en un destacado investigador en ese campo.

La carrera científica de Borodin fue excepcional, y sus contribuciones incluyeron avances en la teoría de la química orgánica. Publicó numerosos artículos y, en 1868, fue nombrado profesor titular de química en la Academia Médico-Quirúrgica Militar de San Petersburgo.

A pesar de su éxito en la ciencia, la pasión de Borodin por la música nunca disminuyó. Su encuentro con el crítico y compositor Vladímir Stásov en 1862 fue un punto de inflexión. Stásov alentó a Borodin a dedicarse más seriamente a la composición y lo presentó al círculo de compositores conocido como «Los Cinco» o «Moguchaya Kuchka». Este grupo, liderado por Mili Balakirev e integrado también por César Cui, Modest Músorgski y Nikolái Rimski-Kórsakov, buscaba crear una música rusa auténtica y nacionalista. Borodin encontró su voz musical en este entorno colaborativo y se convirtió en un miembro activo de «Los Cinco». Aunque su participación en el grupo era intermitente debido a sus compromisos científicos, contribuyó significativamente a la expansión del repertorio musical ruso.

La vida personal de Borodin estuvo marcada por su dedicación tanto a la música como a la ciencia. Se casó con la pianista y compositora Ekaterina Protopópova en 1863, y aunque no tuvieron hijos propios, adoptaron a varios niños. A pesar de su éxito en ambos campos, Borodin luchó con problemas de salud, agravados por su agitada vida profesional y sus compromisos con la música y la investigación. Aleksandr Borodin falleció repentinamente en 1887 a la edad de 53 años debido a un ataque al corazón. Su muerte prematura dejó «El Príncipe Ígor» inconclusa, pero su legado perdura a través de sus composiciones, que han influido en generaciones de músicos y han contribuido al desarrollo de la música clásica rusa.

Obras destacadas de Aleksandr Borodin:

1. «En las Estepas de Asia Central» (1880)

Esta obra, a menudo clasificada como un poema sinfónico, refleja la fascinación de Borodin por la cultura de Asia Central. La pieza es un viaje musical a través de las vastas estepas, incorporando elementos folklóricos y evocando paisajes exóticos.

2. «El Príncipe Ígor» (ópera, inconclusa)

Considerada la obra maestra de Borodin, «El Príncipe Ígor» representa un esfuerzo épico que aborda temas históricos y patrióticos. Aunque la ópera quedó inconclusa al momento de su muerte, ha sido completada y reconstruida por otros compositores.

3. «Cuarteto de Cuerdas No. 2 en Re Mayor» (1881)

Un cuarteto de cuerdas de gran belleza y expresividad, que destaca la habilidad de Borodin para tejer melodías ricas y armonías evocadoras.

4. «Canción del Príncipe Ígor» de «El Príncipe Ígor»

Una aria lírica que se ha convertido en una de las piezas más conocidas de la ópera y ha sido interpretada por muchos destacados tenores.

5. «Danza de los Polovtsianos» de «El Príncipe Ígor»

Una pieza enérgica y exótica que captura la vitalidad de la cultura polovtsiana en el contexto de la ópera.

6. «El Príncipe Ígor»: La Epopeya Inconclusa

«El Príncipe Ígor» fue la obra más ambiciosa de Borodin, una ópera que abordaba episodios históricos y culturales de la Rus de la Edad Media. La ópera sigue la historia del príncipe Ígor Sviatoslávich durante su captura por los polovtsianos. Aunque Borodin trabajó en la ópera durante muchos años, quedó inconclusa a su muerte en 1887. La ópera fue completada y orquestada por Rimski-Kórsakov y Aleksandr Glazunov, y la versión completa fue estrenada en 1890. A pesar de su complejidad, la obra ha sido aclamada por su expresividad lírica, su riqueza armónica y su capacidad para evocar la atmósfera de la Rusia medieval.

7. «En las Estepas de Asia Central: Una Celebración Musical»

En las Estepas de Asia Central» refleja el interés de Borodin en la música folklórica y su fascinación por las culturas de Asia Central. La obra comienza con un tema lírico que representa un amanecer en las estepas, seguido por la entrada de un grupo de viajeros. La pieza desarrolla una rica paleta sonora, incorporando instrumentos y motivos melódicos que sugieren una celebración festiva. La obra culmina en un clímax vibrante y festivo, evocando la majestuosidad de las vastas estepas.

8. Cuarteto de Cuerdas No. 2: Expresión Profunda y Emotiva

El Cuarteto de Cuerdas No. 2 en Re Mayor es una obra maestra del repertorio de cuartetos de cuerdas. Compuesto en 1881, muestra la madurez de Borodin como compositor. La obra consta de cuatro movimientos y exhibe una variedad de emociones, desde la melancolía lírica hasta la exuberancia rítmica. La riqueza armónica y la habilidad para desarrollar motivos melódicos caracterizan esta obra, que ha sido elogiada por su profundidad emocional.

#10. Mijaíl Glinka

En la cúspide del Romanticismo musical, Mijaíl Glinka emergió como el pionero de la música clásica rusa. Nacido el 1 de junio de 1804 en Nizhni Nóvgorod, Glinka desempeñó un papel fundamental en la formación de una identidad musical única para Rusia. Su vida y obra reflejan el espíritu de una nación en transformación y su contribución a la música rusa es innegable.

Glinka provenía de una familia noble, y desde joven demostró un interés apasionado por la música. Su formación musical comenzó con su tío, quien le proporcionó lecciones de piano y violín. Sin embargo, la vida de Glinka cambiaría drásticamente después de una estancia en San Petersburgo en 1822, donde tuvo la oportunidad de experimentar la riqueza de la cultura europea. Inspirado por sus experiencias en el extranjero, Glinka regresó a Rusia decidido a forjar una identidad musical nacional. Su búsqueda de una voz auténticamente rusa lo llevó a explorar las melodías folclóricas y las tradiciones musicales del país.

El año 1836 marcó un hito en la carrera de Glinka con el estreno de su ópera «Una vida por el Zar». Esta obra no solo consolidó su posición como el padre de la ópera rusa, sino que también introdujo elementos del folklore ruso en la música clásica. La ópera, que narra la historia del patriota ruso Iván Susanin, celebró la historia y el espíritu de Rusia, convirtiéndose en un símbolo de la identidad nacional.

La siguiente ópera de Glinka, «Ruslán y Liudmila», compuesta entre 1837 y 1842, llevó su innovación un paso más allá. Basada en el poema de Alexander Pushkin, la obra fusiona elementos de la fantasía oriental con la rica tradición folclórica rusa. La obertura de esta ópera se ha convertido en una de las piezas más conocidas de Glinka, destacando su habilidad para combinar el virtuosismo orquestal con la narrativa musical.

A pesar de su dedicación a la creación de una música genuinamente rusa, las influencias europeas también dejaron su huella en el estilo de Glinka. Su tiempo en Italia y Alemania le permitió absorber las técnicas compositivas occidentales, y su habilidad para combinar estos elementos con la esencia rusa lo convirtió en un compositor único en su género.

Además de sus óperas, Glinka también contribuyó significativamente al repertorio orquestal. Su «Jota aragonesa» y «Capricho brillante sobre la Jota aragonesa» destacan por su vitalidad y ritmos animados. Estas piezas revelan su maestría en la creación de obras orquestales coloridas e inspiradoras.

Las «Danzas Polovtsianas» de la ópera «El príncipe Ígor» de Alexander Borodín también fueron una fuente de inspiración para Glinka. Transformó estas danzas en una obra independiente para orquesta, mostrando su capacidad para incorporar elementos folclóricos y crear composiciones vibrantes y llenas de energía.

Obras destacadas de Mijaíl Glinka:

1. «Una vida por el Zar» (1836)

La ópera que marcó el inicio de la ópera rusa y consolidó a Glinka como el pionero del género en su país.

2. «Ruslán y Liudmila» (1837-1842)

Una obra maestra operística que fusiona elementos del folclore ruso con la fantasía oriental, destacando la narrativa musical de Glinka.

3. «Jota aragonesa» (1845)

Una composición orquestal animada y brillante que refleja la influencia de la música española en el trabajo de Glinka.

4. «Capricho brillante sobre la Jota aragonesa» (1851)

Una variación virtuosa y emocionante sobre la jota aragonesa, que muestra la destreza técnica del compositor.

5. «Danzas Polovtsianas» (de la ópera «El príncipe Ígor» de Borodín)

Glinka creó una versión independiente para orquesta de estas danzas, destacando la riqueza de las tradiciones musicales rusas.

6. «Noche de verano en Madrid» (1848)

Una obertura que refleja la influencia de las noches de ópera españolas y que revela la habilidad de Glinka para capturar atmósferas distintivas en su música.

7. «Kamarinskaya» (1848)

Esta obra para orquesta es conocida por su incorporación de temas folclóricos rusos, mostrando la dedicación de Glinka a la creación de una música nacional.

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