Verdad a Medias, omitir información es igual que mentir

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Unamuno afirmaba que no existe un tonto virtuoso. Todos saben conspirar y usar estrategias efectivas para sorprendernos. Si algo existe en exceso en nuestra sociedad, no es precisamente la ignorancia ni la ingenuidad. La táctica más común en la mayoría de nuestros contextos, especialmente en el ámbito político, es la mentira incompleta o la falacia de la verdad a medias.

Las verdades a medias o las falsedades cortas dan a quien las usa la impresión de que no está haciendo nada malo, de que puede liberarse de la responsabilidad que tiene con los demás. Parece que la piedad por no hacer algo elimina la responsabilidad.

En este artículo veremos en qué consiste la falacia de la verdad a medias, además de sus implicaciones y algunos ejemplos.

Contenido

¿Qué es la falacia de la verdad a medias?

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La falacia de la verdad a medias ocurre cuando se presenta una afirmación que, aunque factualmente es correcta en parte, en realidad omite información importante que, de ser conocida, cambiaría completamente la interpretación o comprensión del oyente o lector sobre el tema.

Este tipo de falacia puede ser particularmente engañosa porque la parte verdadera de la afirmación nos da una apariencia de credibilidad, mientras que la omisión deliberada de ciertos hechos manipula la realidad para servir a un argumento intencionado. Las verdades a medias se utilizan con frecuencia para argumentar a favor de una conclusión aportando relatos y evidencias que lo prueben, pero se ocultan o ignoran las evidencias que resultan negativas o invalidan la conclusión.

La falacia puede ser usada intencionadamente para engañar, persuadir o influir en la opinión pública, y es una técnica común en la política, los medios de comunicación, la publicidad y diversas formas de propaganda.

Las medias verdades o verdades a medias, tienen como objetivo dar la impresión de que algo que solo es una creencia es verdad absoluta o conocimiento. De acuerdo con la teoría de la justificación, no solo es necesario creer en una proposición verdadera e importante, sino también tener una buena justificación para hacerlo.

Ejemplos de la falacia de la verdad a medias

La falacia de la verdad a medias, como decíamos, se da cuando se presenta una declaración parcialmente verdadera pero que, intencionalmente, omite información relevante. Algunos ejemplos de frases que ilustran esta falacia podrían ser:

  • Sobre la eficacia de un medicamento: «Este medicamento ha demostrado aumentar la esperanza de vida en nuestros estudios preliminares.» (Omitiendo que solo se aplica a un subconjunto muy específico de pacientes bajo condiciones muy controladas, y puede tener efectos secundarios graves en otros.)
  • En política: «Nuestro gobierno ha reducido significativamente la tasa de desempleo.» (Sin mencionar que la reducción puede deberse a que muchas personas simplemente dejaron de buscar trabajo o que los empleos creados son mayoritariamente precarios y mal pagados.)
  • En publicidad: «Este jugo es 100% natural.» (Omitiendo el hecho de que, aunque los ingredientes son naturales, el producto contiene una alta cantidad de azúcares añadidos, lo que lo hace poco saludable.)
  • Sobre el impacto ambiental: «Nuestra empresa utiliza energía renovable para una parte de su producción.» (Sin aclarar que esa «parte» puede ser mínima en comparación con el total de su producción, que sigue dependiendo en gran medida de fuentes de energía contaminantes.)
  • En informes de seguridad: «Este vehículo ha pasado todas las pruebas de seguridad requeridas.» (Sin mencionar que existen pruebas adicionales, no requeridas por ley, que podría no haber superado o que las pruebas que pasó fueron apenas al límite de los estándares de seguridad.)
  • En declaraciones financieras: «Nuestra empresa ha tenido un aumento en las ganancias este trimestre.» (Omitiendo que este aumento se debe a la venta de una parte importante de la empresa, y que, de hecho, las ganancias operativas han disminuido.)

Investigación sobre la verdad a medias

Aunque parezca curioso, el tema de las mentiras y su estudio psicológico son relativamente nuevos. Freud apenas mencionó el asunto. Hasta ese momento, la ética e incluso la teología y su relación con la moral estaban a cargo de este aspecto. Sin embargo, a partir de los años 80, los psicólogos sociales comenzaron a mostrar interés y a investigar en profundidad el tema del engaño; todo para corroborar la afirmación de Nietzsche: «La mentira es una condición de vida».

El profesor Robert Feldman de la facultad de psicología de la Universidad de Massachusetts demostró que muchas de nuestras conversaciones diarias están llenas de verdades incompletas. Sin embargo, el 98% de ellas son inofensivas, no dañinas e incluso funcionales (como decirle a alguien con quien no tenemos confianza que estamos bien, tirando con esto y lo otro”, cuando en realidad estamos pasando por un comentario complicado).

Muchas de nuestras conversaciones diarias están llenas de verdades incompletas

No obstante, el 2% restante muestra la verdadera media verdad escondida, una táctica malvada en la que la falacia de la verdad a medias lleva a cabo un engaño explícito por ausencia. Además, la persona intenta justificarse alegando que su mentira no es completa, por lo que no hay ofensa.

Sabemos que puede parecer desolador, porque a pesar de que nos socializan desde niños en la necesidad de decir siempre la verdad, poco a poco y a partir de los 4 años, nos damos cuenta de que recurrir a la mentira con frecuencia conlleva obtener ciertos beneficios. A su vez, es evidente de inmediato que una falsedad directa y sin ningún sentido de verdad casi nunca resulta rentable a largo plazo.

Otro ejemplo de falacia de la verdad a medias que exponen las investigaciones es en cuanto a las falacias sexuales. La educación sexual que se tiene a sí mismo es mucho más extensa, incluyendo técnicas anticonceptivas, anatomía y fisiología de los aparatos «reproductores»… pero no se consideran órganos o aparatos «sexuales».

La sexualidad sigue siendo una gran desconocida, y sigue siendo ignorada tanto en las aulas como en las casas, donde no se habla abiertamente de ella. Al final, los propios iguales suelen ser tan desinformados como los que preguntan sobre las prácticas sexuales y la sexualidad en su sentido más amplio. Es por ello que la afirmación de que la sexualidad no es un tabú en la actualidad es una verdad a medias.

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