Viajar sin la pareja, cada vez más de moda

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Al parecer, viajar sin la pareja se ha puesto cada vez más de moda. Los viajes en pareja siguen en pie, pero sí es cierto que cada vez más uno de los dos (o los dos) hace un viaje en solitario o con amigos. Se trata de un tema un tanto extraño, ¿verdad? El hecho de viajar sin la pareja no debería ser noticia, pero últimamente lo es. ¿Por qué se llevan a cabo este tipo de viajes? ¿Por qué nos sorprende que se viaje sin la pareja? ¿Qué papel juega nuestras creencias en este tipo de asuntos? Bienvenidos a un sencillo pero complejo tema que requiere de una atención especial por todo su trasfondo. ¡Empecemos!

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Viajar sin la pareja

Puede extrañar a muchos lectores que sea «noticia» o motivo de artículo el hecho de viajar sin pareja. En este punto le propongo al lector que tenga pareja que le proponga viajar sin ella o sin él. En muchos casos, la pareja acepta, entiende y comparte el hecho de mantener una parte de la relación independiente, sin embargo, otras muchas no aceptarán de buen grado esta decisión. «¿Vas a viajar sin mí?», «¿Casi no viajas y si lo haces lo quieres hacer sin mí?», «¿por qué quieres viajar solo, te aburres conmigo?», «pues si quieres irte con tus amigos, vete… haz lo que quieras»…

Recibir una respuesta hostil ante la propuesta de un viajar sin la pareja es más común de lo que parece, por ello es importante analizar qué se esconde detrás de este tipo de acontecimientos. En muchas ocasiones, el trasfondo de que nos moleste que nuestra pareja viaje sin nosotros puede esconder, dependencia, celos y posesión. Las causas de viajar sin la pareja pueden ser muchas y ninguna de ellas debería asustarnos. Indaguemos un poco más.

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Falta de libertad

Cuando decidimos compartir la vida con otra persona, en muchas ocasiones, nos olvidamos de nosotros mismos. Es bonito compartir experiencias, sin embargo, es importante recordar que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio desarrollo. Darnos a los demás nos ayuda a crecer, pero no deberíamos olvidar nuestro bienestar. Es frecuente que en las relaciones, alguno de la pareja o los dos, crean que han de hacerlo todo junto. Y en este punto es clave alcanzar el equilibrio. En ocasiones, uno de los dos se empeña en hacer tantas cosas juntos que la otra acaba agobiándose.

Una relación de pareja se debe establecer desde la libre elección y no desde la imposición. Por ello, si nos sentimos sin la libertad de movernos en solitario, podremos acabar por rechazar a nuestra pareja al verla como la causa de nuestra falta de libertad. En este punto, es importante saber que si somos demasiado absorbentes con nuestras parejas, más ganas tendrán de estar solas. Pero no siempre es así, ya que aunque en la pareja exista independencia, también puede apetecer viajar solo, sin que sea señal de que ya no haya amor entre ambos.

Introspección

Viajar sin la pareja también puede venir motivado por un proceso de introspección. Como se leía más arriba, en pareja se comparte y se crece en conjunto, pero también por separado. Es bueno, incluso necesario, pasar tiempo con nosotros. Nos ayuda a evaluar nuestra vida hasta el momento presente. ¿Llevamos la vida que queremos? ¿Estamos dando los pasos que nos habíamos propuesto? ¿Es necesario algún reajuste? Un sinfín de cuestiones que nos ayudan a profundizar más en nuestros mismos y a enriquecernos.

En muchos retiros de meditación podemos encontrar tanto a solteros, como casados, como emparejados, pero todos ellos sin sus parejas. Se trata de momentos para uno mismo, para desarrollarse. Aunque tampoco hace falta realizar un retiro espiritual, puede ser un viaje, una escapada, etc. Una relación de pareja supone – o debería suponer – querer la felicidad para nuestra pareja, por lo que evitar que realice un viaje en solitario podría indicar un grado de celos, posesión y dependencia importante. «Si se va sola no me quiere», «¿y si me es infiel?», «¿y si cambia y me deja?»… Así pues, de fondo lo que existe es miedo.

Evitar repetir malas experiencias

Muchas parejas confían en los viajes para vivir buenos momentos. Sin embargo, cuando llega el momento descubren que discuten más que nunca. En su día a día, debido al trabajo, muchas parejas solo se ven por las mañanas, por las noches y los fines de semana. Por esta razón actúan de forma casi automática. Pero cuando llega el periodo de vacaciones y pasan veinticuatro horas juntos, acaban por descubrir que la relación no iba tan bien como pensaban.

De este modo, y con la intención de evitar repetir malas experiencias, viajar sin la pareja también se ha puesto de moda. En un periodo de desconexión y relajación como son las vacaciones, lo último que queremos es estar malhumorados por pasarnos el día de discusión en discusión. Por lo que no es de extrañar que nuestra pareja nos espete: «para estar mal prefiero ir solo o con los amigos». ¿Qué ocurre? Que no le falta razón, así que en lugar de enfadarnos al escuchar una afirmación así, será conveniente pararse a hablar sobre la situación.

Por otro lado, para evitar repetir malas experiencias, será necesario hablar antes del siguiente viaje. Pensamos que no tienen porque volver a darse malos ratos, y con ello, depositamos grandes esperanzas en nuestro viaje como fórmula del éxito en pareja. Craso error. Es fundamental no depositar todas nuestras esperanzas en un viaje. Es decir, si el día a día con la pareja no funciona bien, un viaje por sí mismo no tiene porque arreglarlo. Por lo que será clave la comunicación entre ambas personas.

Huir de la rutina

Ni para adelante, ni para atrás. Así definen muchos su relación de pareja para afirmar que están estancados. La relación no avanza, es monotonía y automatismo. Ambos saben que están por comodidad y poco más. La relación ha llegado a un punto muerto en el que ninguno de los dos sabe cómo salir de esa zona tan frustrante. Por lo que una de las formas de huir de la rutina es viajar sin la pareja. A muchos y a muchas les gusta sentir que vuelven a estar solteros (obviamente sin necesidad de ser infieles), a otros les gusta pasar tiempos con sus amigos ya que saben que no les juzgarán y lo van a pasar bien.

Reflexión final

Viajar sin la pareja puede ser un ejercicio beneficioso. Como se ha mencionado antes, tener pareja puede ser enriquecedor. Es una persona con la que se comparten muchas experiencias, pero debemos recordar que seguimos teniendo una parte de nosotros mismos y es sano y necesario cultivarla. Con el paso de los años, muchas relaciones se han acabado porque uno de los dos afirma que «ya no eres la persona de la que me enamoré». Sin duda, es una afirmación de lo más común pero de lo más cristalizante. ¿Por qué? Porque todos cambiamos.

El cambio es algo presente en todo aquello que nos rodea. Pretender que nuestra pareja siga siendo aquella que conocimos hace años es casi una ilusión. Algunas, desafortunadamente cambian a peor; otras cambian a mejor, pero aun así, el cambio muchas veces no es bienvenido. Mientras uno de los dos vive en la superficialidad del día a día, el otro se vuelve más introspectivo. En este punto ambos se dan cuenta de la diferencia de pensamiento. Si nuestra pareja ha evolucionado hacia una dirección más profunda es posible que nos sintamos desubicados.

Por ello, es importante saber si realmente queremos que nuestra pareja sea feliz junto a nosotros, o que nuestra pareja sea la causa de nuestra felicidad. En resumen, y como dice la monja budista Tenzin Palmo, si queremos que nuestra pareja nos haga felices, es apego; pero si queremos hacerla feliz, es amor. Ahí la diferencia. Si buscamos que nos hagan felices, es entonces cuando surgen las relaciones insanas llenas de celos y posesiones. Sin embargo, si queremos la felicidad de nuestra pareja, ¿qué tiene de malo que viaje sin nosotros en algún momento?

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