Yacht rock, música para escuchar en tu yate

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Aceptémoslo: no tienes un yate. No pasa nada. Las emisoras de radio y los sellos discográficos promovieron a finales de los setenta un estilo para dejar atrás los problemas del día a día y poder desconectar de preocupaciones. El yacht rock («rock de yate») -el término es despectivo- es la solución para quienes querrían navegar lejos de las obligaciones y no tienen forma de hacerlo.

Guitarras poco distorsionadas y ocultas tras teclados, percusión a tempo tranquilo, voces de soul, letras sencillas, de amor y libertad, melodías pegadizas, un solo de saxofón y un montón de arreglos en el estudio para crear la obra perfecta: 4 minutos radiables de pura y elegante evasión. Acompañado de una piña colada, el tema del verano. ¿Qué importa si las letras no tienen sentido? ¡Son tarareables! Podría ser una descripción de lo que nos propone el yacht rock.

También etiquetada como smooth music, era perfecta para los oyentes que no querían escuchar nada sobre la interminable guerra de Vietnam, escándalos políticos como el Watergate o crisis como la de los rehenes en Teherán. Además, el yacht rock sonaba en el supermercado, en el dentista y en la gasolinera. Fue la banda sonora invisible que acompañó a la segunda mitad de los setenta y a los años ochenta, una música que hacía sentir bien y que no requería de mucha atención. El rock entre 1965 y 1975 había sido demasiado profundo. Ya era hora de volver a la sencillez.

No es fácil distinguir el yacht rock del soft rock o el adult oriented rock (AOR). A grandes rasgos podríamos decir que el soft rock mantiene la lógica del rock clásico en cuanto a la temática pero suaviza totalmente los ritmos y melodías (‘If You Leave Me Now’ de Chicago o ‘I’m Not In Love’ de 10cc servirían como ejemplos), el AOR es algo más potente y apuesta por baladas románticas como ‘Don’t Stop Believin» (Journey, 1981) o ‘I Want to Know What Love Is’ (Foreigner, 1984) y el yacht rock adopta de manera evidente esa actitud social tan determinada y criticada: la de la vida de lujo y despreocupación. El yatch rock es soft rock para un determinado grupo social.

Aunque algo más roqueros, los siguientes grupos podrían sonar en las fiestas de los californianos de clase alta: Boston con ‘More Than a Feeling’ (1976), Toto con ‘Stop Loving You’ (1988), Steely Dan con ‘Reelin’ In The Years’ (1972) o The Police con ‘Roxanne’ (1978). También tendrían cabida las románticas letras de Air Supply o incluso algunos temas de reggae, como ‘I Can See Clearly Now’ (en sus versiones de 1972 y 1993). Lo que sea para desconectar manteniendo un toque de ritmo y animación.

Los verdaderos exponentes del yacht rock son Christopher Cross, Kenny Loggins y Michael McDonald. Otros fijos de las listas de reproducción de nuestro yate deben ser The Doobie Brothers con ‘What A Fool Believes’ (1978), Bertie Higgins con ‘Key Largo’ (1981), Pablo Cruise con ‘Love Will Find a Way’ (1978) o Hall & Oates con prácticamente todo su repertorio. También Steve Winwood, quien pese a iniciarse en la escena del blues británico a finales de los sesenta, vivió un resurgimiento en su madurez con el disco Back in the High Life (1986), repleto de joyas para relajarse y creer que se está escuchando rock, como ‘Higher Love’ o ‘Back in the High Life Again’.

Volviendo a los maestros de las letras vacías, las melodías pegadizas y la buena selección de la compañía en el estudio a la hora de producir, es hora de hablar de los reyes del yate. Comenzamos con Michael McDonald, miembro de los Doobie Brothers y de Steely Dan (dos de las bandas favoritas de la clase alta blanca) y autor en su carrera en solitario de clásicos como ‘I Keep Forgettin’ (1982). McDonald es omnipresente en el género que nos ocupa, y su voz se puede escuchar en los coros de varias canciones de Christopher Cross y Kenny Loggins, los otros dos reyes del yacht rock.

Nacido irónicamente en lo profundo de Texas, Christopher Cross pronto se marchó a Los Ángeles a grabar su primer álbum en 1979, un disco homónimo que incluía los himnos yateros ‘Ride Like the Wind’ y ‘Sailing’ y una icónica portada con un flamenco a la pata coja. Que este trabajo arrebatara el Grammy al Álbum del Año a The Wall es algo que no merece comentario. La falsa libertad que tanto criticaba Roger Waters en aquella obra maestra es exaltada y celebrada por Cross con brindis al Sol sobre un yate. ¡Al final la libertad era una piña colada mientras suena ‘Ride Like the Wind’! Christopher Cross haría historia con su álbum homónimo, levantando los cuatro Grammy principales en la misma noche: Álbum del Año, Canción del Año, Grabación del Año y Mejor Artista Nuevo. Tras esta presentación, el texano californiano adoptado volvió a sonar en las fiestas más exclusivas con ‘Arthur’s Theme’ (1981) y ‘All Right’ (1983).

Kenny Loggins era el chico joven y atractivo que las mujeres cuarentonas y cincuentonas necesitaban para acompañar sus vacaciones de verano. Tras publicar su primer álbum en 1977 alejándose de unos inicios entre el folk y el country, Loggins ayudó a Michael McDonald a escribir ‘What A Fool Believes’ (1978). Cada uno grabó su propia versión (McDonald con los Doobie Brothers), y en 1979 volvieron a escribir juntos un éxito, ‘This Is It’. El Príncipe del Rock Suave llegó a audiencias internacionales participando en la banda sonora de películas como Top Gun o Footloose. Algunos de los clásicos yateros de Loggins son ‘Heart to Heart’ o ‘I Gotta Try’, incluidos en el álbum High Adventure (1982).

Fleetwood Mac y Genesis, dos de las bandas más grandes de los 70s y 80s, no tardaron en darse cuenta de que había que evolucionar del blues rock y del rock progresivo (respectivamente) y apostar por una música menos compleja y más pegadiza. Christine McVie, teclista de los Mac, escribió ‘You Make Loving Fun’ (1977) y ‘Everywhere’ (1987), imprescindibles en cualquier fiesta de blancos de clase media-alta. Stevie Nicks, vocalista del grupo, seguiría con el soft rock en su carrera en solitario, y llegaría a colaborar con el propio Kenny Loggins en el hit ‘Whenever I Call You «Friend»‘ en 1978.

Ese mismo año los de Genesis se apartaron de la locura progresiva de Peter Gabriel con el álbum …And Then There Were Three…, que incluía la popera ‘Follow You Follow Me’. Bajo el liderazgo de Phil Collins, Genesis adoptó un estilo mucho mejor recibido por las emisoras y por el gran público. Con temas como ‘That’s All’ (1983) o prácticamente todos los de Invisible Touch (1986) el grupo británico abanderó el rock suave. Collins le puso algo más de ritmo en ‘Easy Lover’ (1984) y se volvió adulto en los álbumes No Jacket Required (1985) y …But Seriously (1989), mientras que el guitarrista Mike Rutherford también tuvo un éxito en solitario con ‘Over My Shoulder’ en 1995.

Los Eagles también fueron un grupo de público blanco, si bien sus raíces en el country le quitaban algo de la «elegancia musical» requerida para sonar en las fiestas privadas californianas (aunque ‘Life in the Fast Lane’ (1977) es un buen ejemplo de yacht rock). Don Henley, co-fundador de la banda, inició a principios de los ochenta su propio camino apostando decididamente por el rock orientado a adultos. Precisamente, fue junto a Stevie Nicks -su novia en aquel momento- con quien consiguió su primer éxito, ‘Leather and Lace’ (1981). Su mayor hit llegaría en 1984 con ‘The Boys of Summer’, todo un canto a la despreocupación veraniega de las clases acomodadas.

El ‘Right Here Waiting’ (1989) de Richard Marx quizás sea demasiado suave, el ‘All Night Long’ (1983) de Lionel Richie demasiado animado y el ‘Baker Street’ (1978) de Gerry Rafferty demasiado jazz, pero la lista de reproducción de nuestro yate imaginario recibe con los brazos abiertos a cualquier tema de ritmo tranquilo y que ayude a desconectar. El debate sobre si el yacht rock es un género diferenciado o no está abierto. También lo está el mini-bar, así que ve preparando margaritas y deja de darle vueltas a la cabeza: el yacht rock no se inventó para hacerte pensar.

En 2005 se estrenó la serie Yacht Rock, que parodiaba las vidas de algunos de los cantantes de soft rock más famosos de los 70s y 80s, como Christopher Cross, Kenny Loggins, Hall & Oates o Michael McDonald, cuyo ‘Sweet Freedom’ servía como tema inicial. Yacht Rock ayudó a ponerle nombre a toda esa nebulosa de rock relajado para adultos y sus creadores abrieron incluso una página web con un ranking de los temas más «yateros». Desde el principio la intención de los autores estuvo clara: ridiculizar el género y estereotipar a sus oyentes.

Adultos blancos, de clase media-alta, vecinos de barrios residenciales a las afueras, desinteresados por la política o la sociedad, amantes de la libertad, consumidores de cocaína, bebedores de combinados exóticos, soñando con vivir en Hawaii o en el Caribe. Navegando en un yate. Es la imagen exagerada que se relaciona con el rock para pijos, suave y vacío. ¿Qué música escucha Christian Bale en American Psycho?

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