La edad y la felicidad, ¿están relacionadas?

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La búsqueda de la felicidad

La felicidad es la clave. Todo queda en un segundo plano cuando no logramos experimentar esa sensación de plenitud, bienestar y alegría de vivir. Dinero, éxito laboral, posición social, relaciones…todo pierde relevancia si no consigue acercarnos a este estado históricamente buscado y perseguido. La búsqueda de la felicidad ha sido dueña de múltiples reflexiones filosóficas, poemas, canciones e incluso investigaciones científicas. Uno de los factores en los que los investigadores basan muchos de sus esfuerzos es en la relación entre el momento cronológico que estamos viviendo y la sensación de felicidad. ¿Tienen una relación determinante la edad que tenemos y la felicidad que sentimos? Algunos estudios sugieren que sí.

¿Cuál es la edad de la felicidad?

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Aunque se han llevado muchos estudios al respecto, los resultados son algunas veces contradictorios. Aunque siempre se ha asociado la felicidad a la juventud, parece que esto no es una condición inexorable.

Según el estudio llevado a cabo por el Center for Economic Performance publicado en Medical Daily, la sensación de felicidad experimentada a lo largo de la vida sigue una curva en forma de U que asciende en su primer pico más alto a los 23 años, baja conforme vamos adentrándonos en la etapa adulta y vuelve a alcanzar el segundo pico más elevado 46 años después… a los 69 años.

Este estudio se llevó a cabo a través de una encuesta entre 23.000 personas de entre 17 y 85 años que explicaban cuándo se sintieron mayormente felices. Parece que sentir esta felicidad en la juventud se debe a una sobreestimación de aquello que nos depara el futuro, mientras que el descenso se debe a frustración que nos genera esta sobreestimación. Durante la plenitud y la madurez, puede que hayamos dejado atrás unas expectativas poco realistas sobre el futuro y nos preocupemos más por vivir el momento, cosa que quizás, las exigencias de la edad adulta no nos permitieron hacer.

Otro estudio llevado a cabo por la Universidad de Alberta y la Universidad de Brandeis, se encargó de medir diferentes factores como la autoestima, el empleo o la salud a personas durante 25 años para evaluar su nivel de felicidad durante ese tiempo. Los resultados mostraban como la felicidad aumentaba en la adultez temprana, a medida que las personas conseguían dejar atrás las inseguridades de juventud y alcanzan una mayor madurez emocional.

También es interesante destacar la encuesta a mayores de 40 años, llevada a cabo en 2012 por Friends Reunited, en el que el 70% de los participantes indicaba que estos decían no haberse sentido verdaderamente felices hasta llegar a los 33 años. Un momento en el que comienzan a sentir mayor madurez emocional.

¿Cómo podemos medir la felicidad?

Medir la felicidad es complicado. Algunos lo hacen midiendo la diferencia entre realidad y expectativas o mejor dicho, el nivel de frustración generado por una realidad que no se asemeja mucho a unas expectativas concretas. Contra menor frustración sentimos acorde a esas expectativas, mayor bienestar sentimos.

La ausencia de la felicidad suele verse relacionada con múltiples trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad y su ambición puede dirigirnos a llevar a cabo acciones impulsivas que nos aportan bienestar a corto plazo y grandes problemas con el tiempo. Aunque la edad puede ser un factor importante debido al momento de vida en el que nos encontramos y la mayor madurez emocional, esta es una experiencia que se nutre de diferentes circunstancias, por lo que cada persona puede experimentar mayor o menor felicidad en muy distintos momentos de sus vidas.

La satisfacción con nuestras relaciones personales, la estabilidad emocional y personal, la buena salud, una autoestima adecuada, la tranquilidad económica o la autorrealización, muchos son los factores que influyen y se interrelacionan hasta conseguir que el ser humano sea capaz de experimentar esa sensación tan anhelada y diferentemente descrita, que es la felicidad. Lo que es cierto es que por más que nos convenzamos de que todo tiempo pasado fue mejor, los estudios demuestran por el contrario, que la felicidad puede llegar en avanzada edad, cuando la tristeza y la frustración pasan a ser compañeras a las que hemos conseguido despedir en nuestros caminos.

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